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Último día para rebozarse en la arena, correr sin parar entre las escaleras 2 y 8 y bañarse en pleno centro de la ciudad. Los perros de Gijón se despiden este miércoles de la playa de San Lorenzo, la cual no volverán a pisar en los próximos cinco meses y medio, hasta que termine la temporada de baños que comienza mañana y se prolongará hasta el 1 de octubre. A la una y media de la tarde, el arenal era toda una fiesta. Con la bajamar en su momento álgido, una temperatura de 22 grados y un día que cualquier gijonés consideraría 'de verano', dueños y canes aprovecharon las últimas horas de libertad en San Lorenzo para disfrutar de una jornada de diversión y baños.
El alivio de unos por 'recuperar' la playa entera para su uso y disfrute contrasta con el fastidio de otros por no tener alternativas asequibles para que los perros se refresquen y jueguen con seguridad durante los meses más calurosos del año. «La playa de perros de El Rinconín está a 200.000 kilómetros y ellos también se merecen poder meterse en el agua porque pasan mucho calor», comenta Patricia Espinel mientras su perra, 'Bimba', corretea de un lado al otro en el agua.
Sabe que, en otras comunidades autónomas, perros y humanos conviven en la playa durante todo el año. Por eso propone «poner intervalos horarios, como las primeras horas de la mañana o las últimas de la tarde, para que podamos venir con los perros». Lo mismo piensa Carol Vanesa Saavedra, que puntualiza que sería «mucho mejor y más cómodo para todos». Sobre todo en casos como el de su perra 'Mamba', una preciosa dálmata que tiene 10 años y no puede ir hasta El Rinconín porque «no me llega ni a la mitad de San Lorenzo».
También concuerda Antonia Bouzón, vecina de Quintes (Villaviciosa) que baja casi todos los días al arenal para que 'Willy' «lo pase bien y esté con otros perrinos». A su juicio, «a partir de las ocho de la tarde, que ya no hay tanta gente como a las tres, sí podría haber convivencia». Y añade: «Yo viajo bastante y vamos a playas donde convive la gente con los perros y no pasa absolutamente nada». Tiene claro que El Rinconín no es una opción porque «con tantas piedras no está adecuada para los perros y tengo miedo de que se rompa una pata», afirma.
Marina López, dueña de 'Otto', comprende que «quien no tiene perros no quiera que estén a su alrededor molestando», pero aboga por permitir su presencia «a partir de las 19 o 20 horas para que podamos disfrutar un poco del agüita». Solo Mario Blanco, dueño de 'Bora', no ve «ningún problema si hay cierta temporada del año que podemos venir con los perrinos».
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