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Gerónimo Lozano, señalando una de las grietas.
1997. Hace 25 años.

Preocupación en la Iglesiona

La aparición de nuevas grietas en el templo, tras las registradas en 1955, produjo intranquilidad entre los expertos

Viernes, 27 de mayo 2022, 00:50

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La situación era preocupante. Así lo manifestaba Gerónimo Lozano, catedrático del Área de Ingeniería de la Construcción de la Universidad de Oviedo, al analizar la aparición de nuevas grietas que ahora se añadían a las primeras que el experto había fotografiado ya en 1995. «Por deformación profesional, me fijo siempre que paso por delante, y en estos dos años no noté cambio alguno, hasta el martes pasado, que vi nuevas grietas». Concretamente, en un pilar situado en la parte izquierda de la fachada, «que presenta fisuras longitudinales y transversales con cierta inclinación, lo que hace disminuir su capacidad portante a la cuarta parte», decía el experto.

Fijándose con más detenimiento, podía incluso apreciarse que «la separación que existe entre los elementos de antiguas grietas que se habían rellenado es mayor que el relleno que se colocó en su día, y su origen pueden ser los movimientos sísmicos de estos días». Ya fuera la causa el famoso terremoto ocurrido varias jornadas atrás o no, la situación de la Iglesia del Sagrado Corazón preocupaba al ingeniero, quien proponía comprobar «si la situación está estabilizada o no» con la máxima urgencia. De no estarlo, habría que «apuntalar todo el edificio y estudiar la situación», y, en caso contrario, «reparar los desperfectos si la propiedad lo estima conveniente».

Fisurímetros

Así lo contamos. La «instalación de fisurímetros, unos aparatos que permiten conocer la evolución de las grietas», era «una medida que Gerónimo Lozano considera conveniente». «Como deber ciudadano, el catedrático de Ingeniería pondrá sus observaciones en conocimiento del Arzobispado, ya que, por lo que se puede ver, el tema es preocupante, porque hay grietas muy grandes». Así quedaba reflejado en la fotografía que acompañaba al reportaje, tomada por Paloma Ucha, y en la que, a pesar del blanco y negro perentorio para las capacidades (y precio) de la impresión de la época, se apreciaban las susodichas grietas. Una muesca más para el cinturón de la agitada vida de la 'Iglesiona', superviviente de la Historia -humana o natural- desde 1918. Y continuando.

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