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Sede de Proyecto Hombre en El Natahoyo donde la entidad ubicará el servicio a menores. ARNALDO GARCÍA
Proyecto Hombre dará tratamiento en su sede a menores con problemas de droga y violencia

Proyecto Hombre dará tratamiento en su sede a menores con problemas de droga y violencia

Desbordada por la alta demanda de familias, la entidad habilitará el servicio en su edificio de El Natahoyo tras no lograr un local municipal

CHELO TUYA

GIJÓN.

Lunes, 4 de junio 2018, 00:28

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«La alcaldesa se ha mostrado a favor, pero hace falta dar con el espacio». Luis Manuel Flórez, Floro, director de Proyecto Hombre, se mostraba confiado en 2017 en lograr un local municipal en el que dar tratamiento a menores con problemas de drogas y, cada vez más, violencia filioparental. Es decir, que agreden a su padre o, mayoritariamente, a su madre.

Un tratamiento que ofrece, desde 2004, en el programa Reciella, creado hace 14 años con el apoyo del Ayuntamiento de Oviedo. De ahí que la sede del servicio esté en la capital. Sin embargo, buscaba Floro local en Gijón porque «la necesidad es urgente: Reciella está desbordado». Unas costuras que han saltado con casos de gijoneses que, en 2017, superaron al del resto de la región. Justo el mismo año en el que Flórez y la regidora Carmen Moriyón estaban en conversaciones. Solo añadía dos ruegos el director de Proyecto Hombre a su propuesta: «Que tenga 200 metros cuadrados y no esté muy lejos de la sede», la que la entidad sin ánimo de lucro tiene abierta en El Natahoyo.

Un año después, Floro ha tirado la toalla. Lo ha hecho a medias, porque Gijón tendrá un centro para el tratamiento de estos menores, pero no será en un local municipal. «Empezaremos a dar el servicio en nuestra propia sede, porque está visto que no encontramos nada».

Buscaba Proyecto Hombre un local separado de su 'casa', la que tiene en El Natahoyo, «para dar a los menores un espacio diferente al que ofrecemos a los adultos». Pero el silencio administrativo del Consistorio lleva a la entidad a saltarse esas premisas previas «y adecuar un espacio en nuestro centro».

Un trabajo en el que ya están, obligados por unas cifras que no dejan margen a la duda: De los 110 menores que entraron el año pasado en Reciella, 62 eran gijoneses frente a 53 ovetenses. De los 90 que han iniciado el tratamiento en los primeros cinco meses de 2018, la tercera parte son gijoneses.

Recuerda que, con muchos menos casos, cinco adolescentes y diez familias, el Ayuntamiento de Mieres sí encontró local para evitar el desplazamiento a Oviedo de los menores y los progenitores afectados. Este año ya tienen el servicio a su disposición en la Casa Duró.

Algo que no ha ocurrido en Gijón. Así, pese a que reconoce que «no es lo ideal que estén en la sede», considera que no pueden seguir esperando. «Debemos actuar», confirmó Luis Manuel Flórez a EL COMERCIO. En estos momentos, se preparan espacios en la gran sede de El Natahoyo, donde dar atención tanto a menores como a sus familias.

El programa Reciella no es se centra exclusivamente en la desintoxicación de drogas. Es un recurso que «agrupa los diferentes programas que tenemos dirigidos a los adolescentes y a sus familias dentro del ámbito de prevención».

«No saben qué hacer»

Es decir, no solo se trabaja con el o la adolescente, «la mayoría son chicos», sino también con los padres o las madres, aunque a la hora de poner el foco sobre las familias, el sexo del progenitor mayoritario da un vuelco al perfil. Así, mientras solo dos de cada diez menores de los que reciben tratamiento son chicas, casi siete de cada diez de las familias que acuden a Reciella están lideradas por mujeres.

No obstante, sea el padre o la madre, incluso se han dado casos de abuelas, quien llame a la puerta, independientemente del perfil formativo, laboral o económico, todos repiten patrón. «Llegan desbordadas. No saben qué hacer con su hijo o hija». Así define la directora del programa, Sonia Fernández, la situación en la que se encuentran esas familias que llegan en busca de una solución.

También es un patrón común que esa respuesta que buscan nunca es, inicialmente, por un problema de violencia filioparental. La experiencia demuestra a Fernández que «nunca vienen por ese motivo. La alerta salta por un consumo. Aquí es donde descubrimos que hay más problemas».

Y en Reciella les ofrecen ayuda para «reordenar o adquirir pautas de relación familiar que mejoren el sistema y contribuyan a prevenir la aparición de problemas». Unos problemas que evalúa la Comisión de Seguimiento de Reciella, que forman representantes de las consejerías de Sanidad, Servicios y Derechos Sociales, Educación, Presidencia y en la que también participa la Fiscalía de Menores.

Esta última ha alertado también en los últimos años del incremento de casos de violencia de menores hacia sus padres o madres. Una violencia provocada por consumo de drogas, pero también por la falta de límites en la conducta, que deben ser solucionados con terapia.

Pero, para eso la terapia debe ser constante y tener que recorrer 60 kilómetros en viaje de ida y vuelta cada día de sesión «no ayuda». Sin olvidar el coste. Luis Manuel Flórez lleva doce meses alertando sobre los problemas económicos que sufren muchas de las familias a las que dan terapia. «No se pueden permitir ir a Oviedo todas las semanas», aseguró. Un problema que también detectó en otras áreas, de ahí la búsqueda del local finalmente abierto en Mieres.

Acercar la ayuda

Durante la presentación de la memoria de Reciella en 2017, el director de Proyecto Hombre en Asturias reiteró que «hay que sentarse, estudiar las necesidades y ver cómo se puede afrontar el problema. Hay que abrir centros en otros municipios, porque es una necesidad».

Un mensaje que volverá a retumbar el 23 de junio en la finca San Eutiquio. Como cada año, es el escenario elegido por Proyecto Hombre para celebrar la fiesta con la que conmemoran la Jornada Mundial de la Lucha contra la Droga.

A partir del mediodía, familias, pacientes, amigos y responsables de las diferentes autoridades de la región participaran en la entrega de galardones y en la revisión que Luis Manuel Flórez hace de los problemas que las adicciones, no solo a las drogas, sino también al alcohol, al juego, a las nuevas tecnologías, generan en la sociedad.

Un acto que él califica de «emotivo, por lo que tiene de encuentro; divertido, porque la alegría debe acompañar nuestras acciones, y reivindicativo, porque el problema de las drogas nos afecta a todos».

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