Teresa Sánchez

Cuando nació, cercano ya el final del año 1968, es muy posible que Salamanca estuviera envuelta por el frío, sin percatarse de que la niña que acababa de llegar traía consigo energía para mover lo que hiciera falta y también ilusión para sus propios proyectos y para contagiársela a quien estuviera cerca. Después de su nacimiento vendrían otros tres hermanos que inevitablemente contribuyeron a que esa fuerza interior con la que parecía venir de serie se incrementara con las servidumbres de hermana mayor, apoyo de sus padres, y con una extraordinaria capacidad para afrontar cualquier desafío.

Ahora, cuando habla, cuando mira, queda patente que la niña con la responsabilidad cosida en cada una de sus decisiones ha llegado a adulta sin abandonar el empeño. Y tampoco ha dejado atrás aquella querencia por todo lo que tenía que ver con el artisteo y el espectáculo, apasionada por la música y sobre todo por bailar desde muy pequeña en cualquier fiesta o en cuanto sonaran unas notas musicales. Esa alegría y esa pasión por a vida se le han instalado en los ojos, en la forma en que aborda cualquiera de los retos que los años han ido colocando en su camino. Estudiante voluntariosa y entregada terminó la carrera de Derecho y con su marido se trasladó a Palma de Mallorca, una ciudad en la que vivió unos años y donde nació la primera de sus tres hijos y que sería un puente para la instalación definitiva en otra ciudad con mar, que la sedujo el primer día que en una visita fugaz, se asomó al balcón cantábrico y paseó por las calles que luego, aunque entonces no lo sabía, patearía tantas veces.

Teresa Sánchez se ha convertido en una gijonesa reconocible y reconocida. Su trayectoria profesional en la ciudad, primero en la Cámara de Comercio, y luego, sobre todo, tras su nombramiento como gerente del Teatro Jovellanos, la sacaron de ese anonimato de madre de tres niños, familiar, trabajadora, tenaz. Quizá nunca se lo había planteado, pero hay algo en ella que encuentra su expresión en el gesto con que indaga en la mirada del interlocutor, que lleva a pensar que forma parte de ese ejército silencioso y diligente de quienes con pequeñas acciones y con la certeza anidada en la voluntad, consiguen cambiar las cosas. Y en todo ello ha puesto su corazón, sin estridencia y con la dedicación con que siempre ha abordado cualquier tarea.

Desde hace un año, y a la vez que saca adelante Audidat Asturias, su Consultoría de Cumplimiento Normativo, y sigue con su proyecto de colaboración profesional en cualquier tipo de organización de eventos y fiestas, se ha convertido en presidenta de la junta local de la Asociación Española Contra el Cáncer. Tras unos años en que trabajó como voluntaria, ha abordado la presidencia como todo aquello que se plantea: entrega sin reservas y entusiasmo sin límites. Así, en este tiempo está consiguiendo una mayor visibilidad de la asociación, tan necesaria, un incremento en el número de voluntarios, porque no tiene ningún empacho en convencer a quien sea, empezando por los más próximos, y la celebración de todas aquellas galas destinadas tanto a concienciar como, sobre todo, a recaudar fondos que ayuden y que den a conocer todo lo que la Asociación puede ofrecer a quienes pasan por un momento de su vida inesperado y difícil.

Activa e imparable, Teresa Sánchez, no puede evitar recordar a la niña que en cuarto de EGB le dijo a su profesora que ella quería ser cómica como Lina Morgan, y que años más tarde cumplió su sueño de conocer en el Teatro Jovellanos, a Scorsese, Coppola o a Concha Velasco, y ahora, junto con un grupo de entusiastas bailarines, reproduce coreografías con músicas de Abba, Tino Casal o Michael Jackson por sorpresa en cualquier espacio de la ciudad.