Honduras vota bajo el estado de excepción y la sombra del fraude electoral
El apoyo de Donald Trump al candidato conservador Nasry Asfura condiciona los comicios de este país centroamericano
Honduras, un país pobre y acorralado por la violencia y la corrupción, vota este domingo bajo un estado de excepción decretado para luchar contra el ... crimen organizado. La población acude a las urnas con temor a que las acusaciones de probable fraude electoral generen disturbios como en 2017. La progresista Rixi Moncada y los conservadores Nasry Asfura y Salvador Nasralla son los candidatos mejor colocados en los sondeos.
El miedo está instalado entre los 10 millones de habitantes de este territorio centroamericano sobre el que Estados Unidos ejerce una gran influencia. La primera presidenta de izquierdas del país, Xiomara Castro, dejará el cargo en enero después de haber conseguido reducir los índices de pobreza y también de criminalidad -gracias a la presencia del ejército en las calles-. Pero ni así ha logrado que la población se sienta segura. En las horas previas a la cita con la urnas, muchos comercios echaron la persiana en previsión de posibles incidentes tras una campaña marcada por las descalificaciones entre los candidatos y la sombra del fraude electoral.
Los votantes tienen buena memoria. Tras los comicios de 2017, el país se sumió en una ola de violencia. El conservador Juan Orlando Hernández se autoproclamó vencedor y recurrió a la represión para acallar las protestas. Bajo su mandato, Honduras se confirmó como un narcoestado que abastecía de cocaína, sobre todo, a EE UU. En 2024, Hernández fue condenado por un tribunal estadounidense a 45 años de cárcel. Ahora, Donald Trump anuncia su indulto, en contradicción con la ofensiva militar que el Pentágono ha lanzado contra el crimen organizado de países como Venezuela y Colombia.
La tutela de EE UU
Tras el golpe militar que en 2009 acabó con el gobierno de Manuel Zelaya, Washington manejó en la sombra la política hondureña. Mantuvo el control con Hernández, pero la llegada al poder en 2021 de Xiomara Castro alteró esos planes. EE UU no quiere que Honduras se convierta en un nuevo régimen chavista como el de Nicolás Maduro. Por eso, Trump apoya en estas elecciones a Nasry Asfura, el candidato del partido al que pertenecía Orlando Hernández. Con la progresista Castro no ha habido sintonía, aunque tampoco se ha producido un enfrentamiento. El Gobierno de Tegucigalpa aceptó a los extraditados por EEUU y ha aplicado una política de mano dura contra las bandas criminales que trata de seguir el modelo del salvadoreño Nayib Bukele, tan amigo de Trump.
El estado de excepción, declarado en diciembre de 2022, se ha renovado desde entonces en 24 ocasiones, muchas sin el visto bueno del Congreso. Se aplica especialmente en los barrios más pobres y conflictivos. Las fuerzas de seguridad han realizado en este periodo más de 60.000 registros y han detenido a 5.000 personas, lejos de los 90.000 arrestados en El Salvador. Sin embargo, las desapariciones han aumentado: 1.523 en 2024 frente a los 1.230 un año antes. Es como si por la presión del ejército los criminales se hubieran adaptado. De hecho, la bandas han trasladado su influencia de las ciudades a la zonas rurales. Según las encuestas, la inseguridad ya no es el principal problema para los honduremos, más preocupados ahora por la economía, por salir de la pobreza.
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