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Martos, con parte de su colección de cuentos de Caperucita. Nel Acebal
Muere en Infiesto Toño Martos, el profesor del Instituto que coleccionaba Caperucitas

Muere en Infiesto Toño Martos, el profesor del Instituto que coleccionaba Caperucitas

Piloña llora al catedrático de Lengua Inglesa jubilado que dio clase a decenas de generaciones de alumnos en el centro educativo de la capital avellanera

Miguel Rojo

Gijón

Martes, 29 de abril 2025

El apagón que sufrió ayer todo el país quizás no fue más que un preludio irónico de lo que estaba por venir. Anoche, cuando ya todo había pasado, fallecía en Infiesto a los 78 años José Antonio Martos Granda, Toño, o simplemente Martos, profesor jubilado del Instituto de Infiesto desde 2017, catedrático de Lengua Inglesa que, durante décadas, fue uno de los buques insignia del centro educativo piloñés, donde dio clase a miles de alumnos de diferentes generaciones. Y no solo de inglés, porque Martos fue también coordinador de Nuevas Tecnologías del instituto en aquellos años en los que se instalaron los primeros ordenadores en el centro. Él era uno de los encargados de instalarlos, actualizarlos y uno de los pocos que sabía manejarlos, así que se convirtió también en quien enseñó a muchos de los profesores y alumnos a encenderlos y empezar a familiarizarse con ellos, además de las nociones básicas de informática. También era un gran aficionado a todo lo audiovisual, así que dio clases de Imagen y Sonido, convirtiendo en fotógrafos y camarógrafos a muchos otros alumnos. Impulsor además de los intercambios con diferentes colegios de Inglaterra, creó lazos entre el municipio de Piloña y el otro lado del Canal de la Mancha que aún siguen vigentes.

Inteligente, irónico, de semblante siempre serio -salvo cuando se le escapaba su característica sonrisa socarrona-, siempre le imaginé como recién bajado de un ferry procedente de las islas británicas, al volante de uno de esos Jaguar clásicos con los que gustaba pasearse los fines de semana. Era uno de esos tipos que, aunque no lo pretendiese, o pareciese no pretenderlo, creaba vocaciones. Es el responsable de que, este que les escribe, entre otros muchos, se inclinase por las letras y los idiomas a la hora de buscarse un futuro. Y aquí estamos, contando lo que nunca nos hubiese gustado contar, con su mujer, María José, y sus hijos Juan, Nieves y José Antonio, o sus dos nietos, Violeta y Francisco, en la memoria. Sabedor de que él no era amigo de tristezas, aunque tenía aspecto de llevar la suya siempre a cuestas en su parsimonioso caminar, creo que le gustaría saber que hoy se le recuerda también como el gran coleccionista de Caperucitas que era, pues además de todo tipo de parafernalia sobre el personaje, atesoraba una recopilación de 2.400 ejemplares en diferentes idiomas, una de sus posesiones más preciadas junto con su característico y recurrente «humor inglés».

"Su muerte causó un hondo impacto en todos nosotros, era una persona muy querida, muy respetada, y en lo personal seguía teniendo contacto con él, siempre le quise mucho", explicaba Covadonga Fernández, directora del Instituto de Infiesto y compañera durante muchos años tras haber visitado la capilla ardiente, por la que pasan ya amigos, compañeros y cientos de alumnos para acompañar a su familia, en la sala número 1 del Tanatorio de Funerarias del Oriente de Asturias en la capital piloñesa. Mañana miércoles, a las cinco de la tarde, se celebrará en la iglesia parroquial de Infiesto su funeral, para que después pueda descansar para siempre en el cementerio de dicha parroquia. Toño Martos, todo un campeón de la enseñanza, nos ha dejado.

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