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Cuando se tuercen las cosas a veces resulta difícil poner freno al infortunio. En tres jornadas hemos sacado un punto de nueve con un parte ... de guerra singular. En Cartagena, con un penalti inexistente y una expulsión dudosísima de Yáñez. Contra el Ferrol, con el lastre del portero suplente y de una defensa timorata a esa hora maldita, las dos, a la cual jamás hemos ganado (¡y van diez partidos!). Y contra el Mirandés, puntuando a la heroica con un equipo titular en el que faltaban Guille Rosas, Diego, Otero, Gaspar y Campu. De este último choque deriva otra baja ultrasensible para recibir el sábado (18.30) al Málaga: Dubasin. Su quinta amarilla es un jarro de agua fría, pues deja al Sporting huérfano de su jugador más en forma: el más letal, el mejor pasador, el más combinativo, el más desequilibrante. Vuelve Rosas, pero nos quedamos sin pingüino, de modo que en dos jornadas consecutivas estaremos sin la dupla derecha completa, esa que tira del equipo hacia arriba y genera el mayor peligro.
Pero no es tiempo de lloriqueos. No le va eso al gallego Albés. Él prefiere mirar al frente. De forma que mañana debemos dejar aparcados a los Diego, Dubasin y Otero. Y contar con todos los demás para arrancar tres puntos claves que nos reenganchen con los de arriba. Habrá que improvisar un extremo derecho. O Gaspar o Queipo pueden hacer de pingüinos por un día. El resto del equipo debe ser plenamente competitivo. Si Gelabert y Nacho Méndez saltan entonados al campo habrá mucho terreno ganado. Su talento se antoja clave. Ojalá pueda estar Campuzano para aprovechar sus pases con esa picardía tan suya. Es en la sala de máquinas, en el centro del campo, donde se suele cocer el caldo gordo de los partidos. Tenemos dos buenos jugones que rinden de forma intermitente. Habrá que lograr de ellos la máxima motivación, pues de sus pases pueden salir los goles. Así de simple.
El bajón en la clasificación debe ser coyuntural. Ha habido lesiones y un grave perjuicio arbitral. Toca pasar página y sacar tres puntos que permitan cerrar el año briosos, apretados a los de arriba. Lo diremos una vez más. Habemus míster. Ahora, pese a las ausencias, falta dar un puñetazo en la mesa y aplicar la fórmula mágica: intensidad total, concentración atrás y el máximo talento posible adelante.
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