El presidente del Real Avilés Industrial, Diego Baeza, ha tomado la decisión de destituir a Javi Rozada a menos de tres semanas del inicio ... de una temporada ilusionante en Primera Federación. La medida, con muchas razones en el fondo y muy pocas en la forma y el momento, echa tierra sobre un proyecto deportivo hecho a medida del entrenador ovetense, a falta de unos pocos fichajes, y que deberá reciclarse para intentar ajustarlo en tiempo récord al nuevo inquilino del banquillo.
¿Qué pasó el viernes en la Feria de Muestras para que el lunes se destituyese a Rozada? Algo muy grave, pero que no era la primera vez que sucedía, por lo que en un principio sólo le dieron importancia los protagonistas. Una discusión inicial del entrenador con Pedro Arboleya, director general del Real Avilés, por llegar tarde a un acto institucional con el Ayuntamiento y patrocinadores –que fue peor el año pasado, sin que el club tomase cartas en el asunto para que no se repitiese– se convirtió en un careo del técnico con Diego Baeza en el stand de Coca-Cola, en una conversación que pretendía ser privada, pero que fue escuchada por algunos visitantes de la feria.
«Échame si tienes c...», le espetó por tercera o cuarta vez en un año Rozada a Baeza. «Vete tú», le respondió el presidente. Nada nuevo, un 'déjà vu', pero con un matiz: en capítulos anteriores el club estaba asfixiado económicamente por el hostigamiento de la Seguridad Social y no podía embarcarse en la aventura de pagarle a Rozada un finiquito. Ahora sí, y por eso Baeza no ha dejado pasar por alto otra falta de respeto del entrenador, sobre todo después de dejarlo abochornado a las puertas de la Feria de Muestras con representantes de la Cámara de Comercio de Gijón y de patrocinadores, con la alcaldesa de Avilés y concejales del Ayuntamiento plantados también en un pabellón.
Ambos protagonistas habían tenido la misma discusión poco más de una semana después de acabar el 'play-off' de ascenso. Rozada sembró públicamente dudas sobre su continuidad tras acabar la final y lanzó varios mensajes días después en una entrevista concedida a LA VOZ DE AVILÉS que no gustaron nada en el club. Ese era el momento de agradecerle los servicios prestados y prescindir de él, asumiendo el desgaste de imagen ante la afición, pero con suficientes antecedentes la pasada temporada como para tener la conciencia tranquila.
Baeza intentó digerir el cabreo durante un fin de semana de reflexión, que incluyó su ausencia programada en el amistoso del Real Avilés en Grado. El domingo parecía que lo había conseguido, pero el lunes volvieron los demonios a las oficinas del Suárez Puerta que acabaron con una destitución tan esperada en el fondo como sorpresiva y esperpéntica en las formas.
A Rozada le comunican a las cuatro de la tarde que lo echan y el director deportivo le pide por favor que vaya a entrenar al equipo a las cinco a La Toba. Accede y les dice a los jugadores y su cuerpo técnico que es su última sesión. A partir de ahí, sin una comunicación oficial del club en todo el día, se desata una marejada interna cuyas consecuencias puede que no terminen sólo con la salida del entrenador y de su ayudante Miguel Méndez.
Miguel Linares, que es posiblemente quien más razones haya acumulado en un año para pedir el cese de Rozada, pero también quien ha puesto sensatez y cordura en los momentos más tensos, intentó revertir sin éxito la decisión de Diego Baeza. No había nada que hacer, por lo que enseguida asumió que tenía que ponerse a buscar a un entrenador que se adapte a una plantilla hecha para un estilo de juego muy definido. Su éxito será el del Real Avilés la próxima temporada.
Rozada se va tranquilo porque considera que la pretemporada iba bien en todos los sentidos. Sólo se arrepiente de despreciar el año pasado la Copa Federación, conocedor de las necesidades económicas del club en aquel momento. También reconoce sus problemas de carácter que le llevan a ser de nuevo destituido por motivos extradeportivos. Y lamenta el desgaste que sufrió la temporada pasada por la gestión de los impagos recurrentes a la plantilla y al cuerpo técnico.
El ovetense es un excelente entrenador, no hace falta ser un entendido de fútbol, basta con haber presenciado los entrenamientos del Real Avilés durante más de un año y su reflejo en los partidos. Se la jugó para salvar del desastre a un equipo muerto en un 'play-out' angustioso. Aguantó una temporada pasada llena de obstáculos e hizo historia con el ascenso a Primera RFEF. Deportivamente, merece un reconocimiento público, más allá de que no haya sabido controlar su carácter lanzando pulsos a un club que siempre va a estar por encima de todos los que eventualmente trabajan en él.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión