El tercer fallecimiento en un mes de una persona 'sin techo' en Gijón debe activar todas las alarmas. Es tan inasumible como inexplicable y nos ... obliga a una reflexión muy seria sobre el problema del sinhogarismo. Qué paradoja más triste, morirte junto al cajero automático de un banco, en pleno centro de la ciudad. Refugiado al lado del tótem de la sociedad más próspera y moderna, mientras las luces navideñas se reflejan en la fría antesala del banco.
La muerte de este hombre se suma a la registrada hace poco más de una semana bajo el puente de Carlos Marx y a la de otro fallecido, también en un cajero, en La Calzada. Terribles sucesos, impropios de la sociedad en la que vivimos, que llegan en pleno debate social en la ciudad a raíz del rechazo de los vecinos de El Natahoyo al traslado provisional de los usuarios del Albergue Covadonga al Hogar de San José. Una polémica que llevó incluso al gobierno local a rectificar esa mudanza temporal y optar por un realojo en los centros de las entidades que integran la Red de Inclusión Activa de Gijón.
Recordaba la alcaldesa esta misma semana que «quien entra en un albergue está en una situación de vulnerabilidad absoluta, a la que se puede llegar por muchas causas. Esa persona puede ser cualquiera de nosotros, de nuestra familia o uno de nuestros amigos». Podemos mirar hacia otro lado, pero el sinhogarismo es una lacra que hay que erradicar si queremos avanzar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión