Gaza, presente y futuro
Últimamente nos pasamos el día hablando, leyendo y escuchando hablar de Gaza, sabemos que están en guerra Israel, el país vecino, y el grupo terrorista ... Hamás que gobierna el territorio desde hace cerca de veinte años. Pero al margen de las noticias, siempre graves y polémicas, que recibimos a diario, de Gaza –más conocida como la Franja de Gaza– se sabe muy poco, quizás porque no es mucho lo que hay que conocer sobre un territorio cuyo interés en tiempo de paz, dicho sea de paso, es relativo. En estos días en que se halla de triste actualidad, varias personas de esas que siempre intentan profundizar más en las noticias me han preguntado detalles recordando quizás que pasé algún tiempo de enviado especial en Israel. Pues ha pasado bastante tiempo e imagino que en la Gaza que conocí y visité en dos ocasiones – la tercera, más reciente, me impidieron entrar – habrán cambiado algunas cosas, pero sospecho que salvo las derivadas de la guerra no serán muchas. Como su nombre describe se trata de una estrecha franja de terreno paralelo al mar Mediterráneo: una región geográficamente parecida a Asturias, con alguna diferencia clara, mientras Asturias tiene más de 10.600 kilómetros cuadrados, si no recuerdo mal, la extensión de Gaza son 360 kilómetros cuadrados. Y, al margen del desarrollo desproporcionado entre ambos territorios, Asturias apenas cuenta con un millón de habitantes, mientras Gaza acumula más de dos y medio.
Cuando me preguntan detalles hay uno que se me viene al recuerdo. Recorriendo las calles de Ciudad de Gaza, la capital y sede de su Gobierno disidente, aquello recuerda un hormiguero humano. El tráfico es escaso, pero el abigarramiento, complicado por carros tirados por burros, bicicletas y camionetas y coches destartalados hacen imposible moverse a pie. Los escasos semáforos que existían o estaban averiados o nadie los respetaba.
En la Franja hay algunas pequeñas localidades, un poco más despejadas que la capital, las que hemos visto en las informaciones sobre la guerra que tenían que moverse de domicilio para librarse de los bombardeos. La frontera con Egipto, que es la que suele servir como única relación con el exterior, está al sur y ya se sabía que existían túneles para poder salir y entrar o movilizar mercancías. La economía es casi un misterio, apenas existe agricultura, la pesca a pesar de sus 41 kilómetros de costa es mínima, y el resto se reduce al pequeño comercio, algunos servicios y la ayuda exterior.
Cuando yo estuve en Gaza, las relaciones con Israel permitían a centenares de trabajadores locales cruzar a las localidades próximas de Israel a trabajar y regresar por las noches con un salario que permitía resistir a las familias y mantener el comercio. El resto de la economía dependía de la ayuda exterior de otros países árabes y aportaciones benéficas. Todo se extravió desde que surgió Hamás, la organización terrorista propulsada por Irán que se 'independizó' de la Autoridad Palestina que compartía con Cisjordania. Desde entonces, la guerrilla de Hamás controla la Franja con armamento moderno que le proporciona Irán, ha perforado túneles bajo su suelo en los cuales fundamenta su seguridad y comparte su sede con la de la administración local, que considera propia y reivindica con continuos ataques con drones contra la región fronteriza israelí. La última agresión y la más grave fue el del siete de octubre de 2023 en el que mataron a más de mil judíos. Israel, siempre celoso de su independencia, nunca deja ningún ataque sin revancha. Y este fue el que, en mayores proporciones que las frecuentes, desencadenó la actual guerra en la que han muerto sesenta mil personas, dejando la Franja totalmente destruida.
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