Por encima de nuestras posibilidades
El fallecimiento de Isabel II ha provocado en España una oleada de amor inglés y amor monárquico que me ha dejado en verdad pasmada. Puede ser una especie de catarsis colectiva, porque somos conscientes de que cuando el Rey emérito fallezca no va a haber tanto boato y honor
Son muchas las veces que me han comentado que soy muy 'british' a la hora de desarrollar mis textos, sobre todo, por su estructura, cuando ... escribo opinión. Un adjetivo, el de 'british', que reconozco que me gusta, me honra de hecho, pues la forma de hacer opinión en los grandes periódicos de Gran Bretaña está mirada como una de las más notables. Incluso hoy, más allá de los avatares y meteduras de pata que en su día trajo consigo todo el proceso del 'Brexit', sigue gozando de una fama envidiable.
Y esta aspirante a 'british', en estos últimos días, pese a la simpatía que tiene por lo británico, se ha sentido totalmente desconcertada. Creo, con sinceridad se lo digo, que hemos sido británicos por encima de nuestras posibilidades. Se nos ha ido de las manos tanto la devoción como el recogimiento por la muerte de Isabel II.
El fallecimiento de la monarca ha provocado una oleada de amor inglés y de amor monárquico que me ha dejado en verdad pasmada. Y no me refiero al que puedan sentir aquellos que son sus súbditos, que se puede considerar comprensible, máxime si tenemos en cuenta lo fervorosos que son, sino al generado en nuestro país. Entiendo la curiosidad, expectación e incluso atracción (aunque suene feo decirlo) que supone la muerte de una reina de estas características, así como que se considere la expiración de una época o de un periodo histórico concreto y el advenimiento de uno nuevo; también comprendo que debido a todos los escándalos que la corona británica ha tenido y tiene pueda resultar aún más atractivo, pero, de veras, creo que nos hemos pasado.
Al margen de la cantidad de horas de televisión y radio dedicadas a todo el asunto -que en ocasiones da la sensación de que uno ha sintonizado una emisora extranjera-, ese apasionamiento e intensidad por la figura de Isabel II me resulta insólito. Pienso que puede ser por inercia, es decir, arrastrados por la ingente suma de información sobre el tema; no obstante, también se me ha ocurrido la idea de que en España pueda ser una especie de catarsis colectiva, porque somos conscientes de que cuando el Rey emérito fallezca, a diferencia de lo ocurrido con la monarca inglesa, su muerte no va a llevar consigo tanto boato y honor. Horas sobre el asunto tendremos igual, seguro, pero serán horas repartidas entre cuestiones más oscuras y afrentosas.
Y a este respecto, sobre la oscuridad me refiero, me parece también muy chocante, cuanto menos llamativo, lo poco que se ha mencionado y menciona a Lady Di. Eso, he de reconocer además -qué le vamos a hacer, una tiene su simpatías y sus desafectos-, no solo me resulta extraño, también me disgusta un poco. Siempre he sido del equipo de Diana. La señora Parker Bowles no es de mi agrado. De hecho, que sea reina consorte, cuando ni siquiera el difunto Felipe de Edimburgo lo consiguió, es... No tengo claro cómo definirlo. Tiene su lógica porque los tiempos avanzan, desde un punto de vista político e histórico; si bien, desde un punto de vista de merecimientos, no me gusta. Aunque tampoco me gusta el nuevo soberano.
En fin, con independencia de mi afinidad o no por la 'nueva' monarquía británica, sé que a partir de ahora oiremos hablar y mucho de ella, me guste o no. Como consuelo, me queda 'The Crown' (una serie que les recomiendo sin duda), que espero que en su próximas temporadas no sea como nosotros y se vuelva olvidadiza con algunos asuntos y monárquica por encima de sus posibilidades.
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