Faltan matronas
Y no es nuevo. Es necesario cambiar de modelo cuanto antes
Esteban Gómez Suárez
Presidente del colegio de Enfermería de Asturias
Lunes, 30 de junio 2025, 21:11
Desde el Colegio Oficial de Enfermería del Principado de Asturias queremos compartir una preocupación que venimos trasladando desde hace años y que los medios han ... recogido en la última semana: el déficit de matronas en nuestra comunidad, en línea con una carencia más amplia de enfermeras en todo el sistema sanitario, especialmente ante la proximidad del periodo estival.
La escasez de matronas no es un fenómeno puntual ni exclusivo de Asturias. Es una realidad generalizada en todo el territorio nacional, que se agrava cuando no existe una planificación suficiente ni un entorno profesional que favorezca la estabilidad y retención del talento. En Asturias, el problema se intensifica por varios factores: se forman pocas matronas, no siempre se consigue retenerlas, y su incorporación al sistema público no está bien acompasada con las necesidades reales del territorio.
Como venimos advirtiendo desde este Colegio profesional, esta situación no ha surgido de forma repentina. Desde hace años observamos con preocupación cómo se repiten los desajustes: en unas áreas sanitarias hay matronas disponibles, pero son bloqueadas y condenadas al paro, mientras que en otras no se consiguen cubrir ni bajas ni vacaciones ni vacantes estructurales. A pesar de que desde el sistema se reconoce la necesidad de contar con matronas en atención primaria, se desiste de crear nuevas plazas porque todos sabemos que no lograrán cubrirlas.
Este desequilibrio refleja una falta de estrategia global y coordinada. Lo más preocupante es que se pierden oportunidades valiosas. Las matronas son profesionales clave para atender los partos, sí, pero también para acompañar la salud de las mujeres a lo largo de toda su vida, desde la adolescencia hasta la menopausia, pasando por la prevención, la educación sexual y reproductiva, o el asesoramiento en salud ginecológica. No contar con ellas fuera del paritorio supone un empobrecimiento del sistema.
Estamos desaprovechando un recurso esencial para reforzar la salud pública y promover una atención más cercana, preventiva y humanizada. Y lo más grave es que esto no es un caso aislado: algo muy similar viene ocurriendo con las enfermeras especialistas en Geriatría. Poco a poco van desapareciendo del ámbito sociosanitario. Es una desaparición silenciosa, que afecta a una población que, a juzgar por la falta de acción institucional, parece no importar: las personas mayores.
El caso de las matronas es más visible, pero forma parte de un problema estructural más amplio: la dificultad para garantizar la cobertura de enfermeras en los centros de salud y hospitales y equipamientos sociosanitarios, especialmente en periodos críticos como el verano. Cada año se repite el mismo patrón: bajas sin cubrir, plantas cerradas, equipos sobrecargados y pacientes que no pueden acceder con normalidad a la atención que necesitan. Y cada año lo advertimos. Como corporación colegial, hemos trasladado este problema a las administraciones en múltiples ocasiones, señalando la necesidad de actuar no solo en lo urgente, sino también en lo estratégico.
Formar más matronas es indispensable, pero también lo es cuidar a las que ya tenemos. Necesitamos un sistema que planifique a medio y largo plazo, que distribuya los recursos de forma más equitativa y que valore de manera más real y efectiva a las profesionales que lo sostienen.
La apuesta por enfermeras especialistas, bueno, por las enfermeras en general, es escasa y poco ambiciosa en nuestra comunidad. Los avances son desesperadamente lentos cuando hablamos de enfermería.
Hoy nos preguntamos: ¿Qué pasará cuando tampoco haya matronas en los paritorios? Porque si nadie actúa, ese día llegará. Lo sabemos todos: gestores, profesionales, y las mujeres. Sin embargo, la inacción persiste. Seguimos con la cabeza bajo tierra, esperando que el vendaval amaine por sí solo.
Desde este Colegio pedimos medidas urgentes, creativas y valientes. Hace falta una apuesta decidida por la profesión enfermera. No porque sea una obligación, sino porque es lo que necesita el sistema para sostenerse. Si realmente se quiere apostar por la sanidad pública, no se puede seguir haciendo lo de siempre. Ya sabemos a dónde nos lleva eso: a un deterioro lento, pero constante.
Es tiempo de actuar, todavía están a tiempo, pero no deben demorarse.
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