Posiblemente, la encarnación de las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides no sería una manzana, sino un membrillo. El fruto del membrillero (Cydonia ... oblonga) guarda cierto parecido con la manzana pero tiene una forma más alargada e irregular, como si fuese un híbrido de manzana, pera y limón. En la antigua Grecia, los membrillos estaban dedicados a Afrodita, y eran símbolo de amor y fecundidad, siendo costumbre que los recién casados comiesen ese fruto antes de compartir el lecho conyugal. Eran muy famosos los de Cydonia, la ciudad Khaniá en Creta, de donde toma origen su nombre científico. Se trata de un árbol autóctono de Europa meridional, que hoy se cultiva en Valencia, Murcia, Andalucía y Extremadura. Se utiliza también como patrón para el injerto de manzanos. El fruto es de color amarillo dorado intenso y de una fragancia profunda y elegante. La carne es compacta, áspera y ácida, y no suele comerse en crudo. Se puede conservar durante meses, y antiguamente se utilizaba para perfumar la ropa en los armarios. Desde el punto de vista nutricional lo más importante es su contenido en pectina, en fibra y en taninos, lo que le confiere un poder astringente.
Para hacer carne de membrillo (codonyat en catalán y codoñate en castellano) se cuecen los frutos unos veinte minutos después de quitarle bien la pelusilla, en agua con unas cortezas de limón. Cuando están cocidos, fríos y bien escurridos, se cortan en trozos desechándose la piel y la carne granulosa que rodea el corazón, y luego se tritura hasta obtener un puré muy fino. Se añaden entonces tres cuartos de kilo de azúcar por cada kilo de puré y se calienta a fuego suave sin dejar de remover con una cuchara larga de palo. Cuando al removerla deja surco sobre la superficie de la pasta puede finalizarse la cocción y se coloca la carne en moldes recubiertos de papel parafinado. Tras dejarlo enfriar un día, puede sacarse del molde y consumirse o congelarse, si se ha hecho gran cantidad, pues se conserva muy bien. Con el agua de cocción y de escurrido, puede hacerse una jalea, concentrando el líquido una vez filtrado y añadiendo azúcar en proporción, que actúa como agente conservador, pues al aumentar la presión osmótica inhibe el crecimiento de bacterias.
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