Hombres bombilla más allá de Orión
El cambio climático empieza a hacer estragos. Necesitamos fuentes de energía que no se lleven por delante el ozono, que no suban dos grados el calentamiento global. Una transformación que implica acuerdos entre gobiernos, industrias y sociedad civil
Las personas necesitan unas 2.000 calorías al día para vivir, lo que sería el equivalente de una bombilla de 100W permanentemente encendida. Necesitamos energía, ... es evidente; la necesitamos para continuar dejando nuestra huella en la historia. Desde que estamos aquí, hemos logrado grandes cosas. Hemos dominado el fuego y la agricultura; hemos desarrollado máquinas de vapor; hemos aprovechado el electromagnetismo y sus aplicaciones; hemos creado fluidos eléctricos y desentrañado los secretos del átomo. Los mismos animales que se enfrentaban en las noches heladas a los lobos, ateridos en sus cuevas, han sido capaces de desentrañar que esos puntos brillantes en el firmamento eran cúmulos de estrellas, más tarde identificados como galaxias. Los mismos animales que parecían sin posibilidades de sobrevivir en un mundo feroz, son los mismos que lograron medir desde los quarks hasta el tamaño del universo. Y los mismos que, mediante la electrodinámica cuántica, calculan la distancia de Madrid a Berlín con un margen de error inferior al grosor de un cabello humano. Esto tiene mérito, señores. Mucho. Somos la demostración de lo que Darwin escribía: «No es la especie más fuerte ni la más inteligente la que sobrevive, sino la que mejor se adapta a los cambios». Por ello, si queremos seguir aquí un tiempo más, hay que seguir adaptándose.
El cambio climático empieza a hacer estragos. Necesitamos fuentes de energía que no se lleven por delante el ozono, que no suban dos grados el calentamiento global. Una transformación que implica innovaciones tecnológicas, y acuerdos entre gobiernos, industrias y sociedad civil. Ya hemos empezado a trabajar con las renovables, la solar, la eólica, y aparte tenemos la hidroeléctrica. Sin embargo, necesitamos más: fuentes estables, seguras, que no contaminen. Hemos hecho un buen trabajo con las nucleares, que, igual que los aviones, tienen una ecuación eficiencia-seguridad elevadísima, por mucho que un avión que se cae o una central que revienta sea espectacular (en un día normal hay alrededor de 100.000 vuelos; en el mundo, hay aproximadamente 400 reactores nucleares). La fisión nuclear tiene sus desafíos, como el procesamiento de los desechos nucleares, pero por mucha propaganda que se haga, las emisiones de CO2 producidas en sus ciclos de vida son menores que el de las centrales eléctricas alimentadas con combustibles fósiles, y equiparables con muchas energías renovables. En todo caso, existe otra posibilidad para producir energía, aunque se trate de otro desafío científico y tecnológico: la fusión nuclear.
Hay dos métodos para realizar la fusión: el confinamiento magnético y el confinamiento inercial. En el primero, se producen temperaturas diez veces más elevadas que en el núcleo solar (10 millones de grados), en cámaras aisladas mediante intensos campos magnéticos para que el deuterio y el tritio se conviertan en plasma. Para ello, se han desarrollado dos inventos: el Tokamak, de patente rusa, y el Stellarator, que salió del magín de un estadounidense. En el segundo, se utiliza un láser de alta potencia para que los mismos isótopos del hidrógeno alcancen las condiciones óptimas de fusión. Las ventajas de la energía por fusión son la ausencia de residuos radioactivos de larga duración, y una fuente masiva de energía ambientalmente sostenible. Sobre cómo es posible hacer estas cosas, les recomiendo un ensayo de Carlos Hidalgo, 'Fusión nuclear para la sociedad' (Catarata).
E=mc2, o sea, que una pequeña cantidad de masa se convierte en una cantidad enorme de energía. El Principio de la Relatividad, es decir, que las leyes físicas son las mismas en todos los sistemas. La Constante de la Velocidad de la Luz; comprender cómo funciona la energía que alimenta las estrellas; medir tanto las células como el diámetro de la Tierra o la extensión del Sistema Solar. Espiar la Galaxia Espiral M51, a 30 millones de años luz de la Tierra (año luz: 9 billones de kilómetros), con una masa de 100.000 millones de veces la del Sol: una galaxia más entre el billón de ellas observables en el universo conocido. La foto del Voyager 1 de la Tierra como un punto azul pálido. Los dibujos de Leonardo sobre máquinas voladoras. Julio Verne escribió que todo lo que un hombre puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad. Hemos llegado muy lejos, sí, pero debemos seguir haciéndonos preguntas; por cada pregunta, surgirá otra adicional, un nuevo misterio, una incógnita que será resuelta para que nos lleve más allá en la comprensión del universo. Recuerdo que Jesús dice que abrirá en parábolas su boca, que declarará las cosas ocultas desde la fundación del mundo. Por su parte, Lucrecio dice que no existen los dioses, que el universo es eterno, que el átomo y el vacío lo rigen todo. Y entre ello nos vemos, la poesía y el mito, la superstición y la ciencia, la angustia y la razón, el miedo y la esperanza. Desde la primera vez que los hombres bombilla elevamos la mirada y vimos unos puntos brillantes, los unimos mentalmente, y dijimos que era Orión, gran cazador, hijo de Poseidón. El mismo Orión donde Roy Batty vio sus naves en llamas. Sí, más allá, siempre más allá.
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