El sospechoso euro digital
Ya disponemos de dinero digitalizado, depósitos de cuentas corrientes y ahorro en los bancos normales. Llevan tiempo con la propaganda para eliminar las monedas y los billetes, pero como vimos el día del apagón, no es una buena idea
El Banco Central Europeo nos allega con gran fanfarria el euro digital, nuevo imago mundi del futuro utópico que nos espera (según ellos). Nos hablan ... de autonomía estratégica, de luchar contra Visas y Master Cards y American Express; nos cuentan que podríamos comprar los alígeros euros y tenerlos en nuestras carteras digitales, y que nos ayudarían contra las criptomonedas, divisas internacionales, etcétera. Todo parece providente, con capacidad para embonar nuestras vidas europeas, y tirando de Santo Tomás, aquello de que la gracia (del bizum europeo) no destruye la naturaleza, sino que la supone, la sana y la eleva. Ahora bien, comienzan a aparecer por el sotobosque algunas dudas.
Hay quien piensa que ese euro digital será controlado electrónicamente por Bruselas, y que, si quieren luchar contra la Visa, por qué no crean tarjetas de crédito europeas (además, la gente mayor no suele pagar con móvil). Hay quien masculla que con la imposición del euro digital se erradicará el efectivo, es decir, el pecunio como tal, y qué va a ser de la privacidad y qué va a pasar el día que pete de nuevo la luz. Hay quien discurre que el euro digital puede ser revisado, auditado, multado, incluso, si no se siguen las normas que vayan inventando sobre la marcha, o sea, control social a destajo. Hay quien alude a que no va a servir como instrumento de ahorro, porque va a haber tope para la acumulación, y será sólo de pago. Hay quien no entiende que nos quieran colocar euros digitales del BCE, cuando ya tenemos euros digitales de sistemas comerciales bancarios. Seguimos.
Yo le he dado un par de vueltas, y como decían en la caballería, me repropio, o sea, que me resisto. Ya disponemos de dinero digitalizado, depósitos de cuentas corrientes y ahorro en los bancos normales, y bastante controlados nos tienen. Llevan tiempo con la propaganda para eliminar las monedas y los billetes, pero, repito, como vimos el día del apagón, no es una buena idea. Insisten con el tema de controlar el blanqueo, y la evasión fiscal y mil males más, pero pongo en la balanza las supuestas prebendas y el atornillamiento al que someterían a la gente que funciona de manera legal, y este plan del BCE de crear moneda digital y que se arrogue el monopolio de la concesión, no acaba de convencerme (aparte que los criminales siempre buscarán alternativas más sofisticadas y difíciles de detectar para seguir haciendo de las suyas, solamente les costará más). Tampoco me creo la película de que implantará una mayor inclusión financiera, porque hasta mi santa madre es capaz de consultar sus acciones por teléfono. Aparte, el daño que puede causar a las instituciones de crédito ergo la erosión de su solvencia: me refiero a trasvases masivos de depósitos, crisis bancarias, nacionalizaciones express, etc… Qué más se me ocurre… ah, sí: dicen que los pagos serán más rápidos, y bueno, los pagos ya son suficientemente rápidos, no necesitamos que Flash empuje, y tal como adelanta la tecnología, no creo que la velocidad vaya a menos.
Otro sí: cuando tienes un martillo, todo te parecen clavos. Y a ver si me puedo explicar. Cuando tú controlas el euro digital, siempre está la tentación de decidir qué bienes o servicios pueden ser pagados con dicho euro, o quién puede usarlo, o cuando, y esa puerta discrecional puede ahormar la libertad personal y de empresa a niveles de mandarinato chino. Tú sí, tú no, tú depende. Y con esto ya te cargas de una sola tacada la democracia liberal, el libre mercado, la competencia eficiente, y se produce un control político del crédito y otras transacciones que haría la boca agua de déspotas, caudillos y tiranos, que viene a ser lo mismo.
Para ir acabando: serán perseverantes con las apps, con que las monedas son viejunas, con que todo en nosotros será naufragio (Neruda) si no vamos con los tiempos. Nos lo envolverán en anuncios ibicencos, con alegría de vivir, con un logo muy bonito, con una rueda de prensa llena de canaperos, y todo el agit prop que son capaces de desplegar. No obstante, yo creo que el dinero físico lo que hace es molestar bastante al poder, por el anonimato, porque nos deja sueltos a los ciudadanos, y que esta iniciativa no es técnica, sino política. El poder, o sea, el BCE, piensa: oye, les vendo algo como seguro y rápido y gratis y accesible, pero me callo que sólo lo controlo yo, que te lo puedo quitar de tu monedero cuando me dé la gana, que no generará intereses, que está sometido a mi dictum sin que tú puedas decir esta boca es mía, que todo lo que hagas será trazado y registrado, que tengo más datos tuyos y te controlo mejor, porque necesitas sí o sí un móvil y una conexión a la red… ¡Qué chollo! Y si cuela, cuela. Ya tenemos tarjeta, bizum, transferencias o tu propio reloj, nadie ha pedido esta panacea digital, que no es más que una herramienta más de vigilancia. Y si todavía no lo ven, lo mejor es volver a los clásicos, en este caso 'Anna Karenina' de Tolstói: «en la duda, abstente».
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