La historia más bella del fútbol
Me enseñaste a quererte como ya no se hace, que es abrazando tus defectos y valorando tus virtudes. Me enseñaste que cuando las cosas vienen ... mal dadas caminamos juntos hacia delante sin importar quienes nos acompañan. Porque lo importante siempre fuimos nosotros. Un nosotros que en este caso está compuesto por miles de corazones y de almas, por miles de edades, por miles de razas. Porque lo único trascendente en esta religión que tiñe de azul nuestra vida, nuestras casas y nuestros balcones es entender el lugar que ocupa en nuestros corazones. Siempre en primera línea, siempre como punta de lanza. Cambiando nuestro humor y nuestros fines de semana, pero siempre mereciendo la pena porque, cuando uno ama, todos los males se espantan.
Había soñado miles de noches con este momento. Desde que te conocí entendí que formarías parte de mi vida hasta que mi cuerpo descansara en una caja de pino. Y ahora que ha llegado no puedo hacer otra cosa que llorar de alegría, abrazar y besar a las mujeres y hombres que han cabalgado a mi lado y llamar a quienes, a cientos de kilómetros, también se han emocionado. Todavía no soy del todo consciente de que el niño que llevo dentro ha cumplido el sueño de ver a su equipo volver del infierno. Todavía no se que sentiré cuando termine una de las mejores noches de mi vida o uno de los dobletes más justificados. Ni si quiera sé si quiero saberlo. Qué demonios importa. Disfrutemos del momento. Saboreemos la gloria y entreguémonos en cuerpo y alma a este pecado llamado Real Oviedo que Dios creó para unos pocos privilegiados.
Cerrar esta columna sin acordarme de Diamantino, Goyo, Marcos, Armando, Farpón, Recata, Pablo, Pelayo, Penedo padre y muchos otros oviedistas que tuvieron la desgracia de irse de este mundo antes de ver a su equipo ascender sería injusto. Celebrad allí arriba este ascenso porque sin vuestro empuje y sin vuestra fe jamás se hubiera hecho. Si tenéis la ocasión de comunicaros con los que están en el infierno, decidles que fue un placer poder sentirse como en casa allí abajo. Todos os echamos mucho de menos. La primera copa de esta noche, la primera bengala y el primer cántico ira en vuestro recuerdo. Esta familia nunca olvida a sus muertos. Sois eternos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.