Gijón se planta con árboles de aquí
Rodrigo Pintueles, concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Gijón, anticipa (según leo en EL COMERCIO de días pasados) el proyecto de plantar (de aquí ... a veinte años) 63.000 árboles, o sea, 591 hectáreas de zona verde en nuestro concejo. Ello quiere decir que irán regresando a nuestros montes, cerros, prados y colinas los árboles autóctonos (robles, castaños, abedules, nogales, texos, hayas…) desterrados y liquidados sistemáticamente en favor del 'ocalito'. Y es que eso de 'Asturias Paraíso Natural' fue siendo poco a poco cosa de la noche de los tiempos; de cuando las tribus celtas, o sea, de la Prehistoria.
No fatigaré a mis posibles y dialectos lectores, porque bastaría decir una sola cosa. Y es que gran parte del monte asturiano ha sido destruido por la plantación e invasión indiscriminada del 'ocalito'. No hay siquiera añoranza de aquella riqueza forestal caducifolia; de aquellos árboles longevos de torso corpulento y hoja caduca que iban del verde al rojo, del amarillo al ocre, cual un arcoiris al atardecer entre el orbayo y la borrina asturiana. Sí, la industria papelera del 'ocalito' ha empobrecido, saqueado y estafado nuestra tierra ante la pasividad de sus gobernantes y de los propietarios de fincas y montes. Propietarios que, al parecer, no querían tanto como decían a la tierra de sus antepasados, ahora invadida e infestada desde hace más de cien años por el 'ocalito', que, con su afán de perpetuación como especie autóctona, hacen que Asturias, esta es la verdad, no parezca ya nuestra tierra. Los 'ocalitos' no son percibidos como una amenaza que desencadena y propaga incendios, seca los acuíferos, espanta a pájaros e insectos y otros animales tan necesarios para restablecer, fertilizar y conservar el equilibrio ecológico. Por eso se necesita una política valiente para regresar a nuestros bosques. Así parece entenderlo el Ayuntamiento plantando árboles de aquí. Ojalá cunda el ejemplo, y que las acciones legales acaben con la plaga del 'ocalito' y lo manden para Australia, de donde nunca debió venir.
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