Julio vuelve

Aunque de tomar, nada de nada, porque había en ella cuatro presos de mala muerte. En julio fue igualmente una de las más sangrientas guerras civiles españolas (la del 36). Dicho esto, a mí no me parecen nada buenas estas fechas de julio para hacer política o arreglar el país. «Déjala, no la toques más», diría el poeta. Por otra parte, cada vez que anuncian una ola de calor me acuerdo del señor Meursault, el protagonista de la novela 'El extranjero', de Albert Camus. El señor Meursault disparó a un hombre en una ardiente playa, y lo hizo varias veces, hasta asegurarse de que estaba muerto. No sabía quién era la víctima. No había razones para que él le disparase. No se defendió en el juicio. Su único argumento es que había mucho calor. Viene al caso porque recuerdo la ola de calor del año 2022. Era un calor inhumano, el más alto desde que hay registros, donde nos sentíamos como insectos en un barril de aguardiente. Por eso le tengo un poco de miedo a julio, a su agobio sofocante, con esa tendencia al crimen, como acabo de escribir.

De cualquier forma, todos los que llegan en verano a Gijón, vienen a incendiar la mar de san Lorenzo a base de mirarla desde el Muro y la playa. A todos encanta este poblachón de gaiteros, sidreros, Sportingueros y fartones. Todos se enamoran enseguida de esta ciudad brillante, de un verde Evaristo Valle, en la que sus hijos, propios y adoptados, viven o han comenzado otra vez a vivir.