La primera golondrina
La primera luna llena de la primavera, llamada por los judíos Luna de Nisán, con su golpe de luz y una cierta cara de agonía ... que te mira con sus ojos desde su piel mineral, ha traído lluvia, nieve y granizo sobre los autos folclóricos/sacramentales de la Semana Santa; lo que, según se mire, parece mal presagio para algunos, aunque una bendición para la España seca. Y es que aquí, cada tanto, hay desconcierto e incertidumbre en una actualidad cargada de demonios. Ya se están calentando/preparando las papeletas para elegir a los libelistas vascos, navarros y catalanes, ese tétrico circo separatista; y también a los de Europa y América, (antes ya fueron los comicios al soviéticomodo). Unos y otros disfrazados de incorruptibles, pero en plan friki, serán los nuevos histriones, charlatanes y mentirosos que, en nuestro caso, harán realidad una vez más eso de que España sucumbe periódicamente a su tradición cainita. El asunto es que estos días pasados ha vuelto a oler a invierno y la tensión política no ha amainado. Rodeados de psicópatas, muchos se temen que todo esto se llenará de un nacional/populismo con su calendario de verdugos procedentes de la caverna donde estuvieron los primates. Pero a lo que voy, que no es otra cosa que ayer he visto una golondrina volando sobre el Piles.
La primera golondrina negrita y vivaracha (como la llama Juan Ramón Jiménez) patinando sobre el cielo y el río, subiendo y bajando en línea recta, con un adornito para librar los puentes. Cuando parece que la humanidad se ha hecho al estado de pésame y andamos todos un poco derrengados, urge la presencia de las golondrinas para dar serenidad a esta vida. Ellas marcan de inmortalidad nuestro paso por la tierra y ponen su sello alegre en nuestro pasaporte. Si ellas aparecen y tú las ves es que te has librado de morir en el invierno que pasó. Te lo certifican. Las golondrinas son lo que vuelve, lo que bendice, las que dan ilusión a los enfermos y convalecientes y calman el temor del porvenir.
Traen la salud de la continuidad y nos ayudan a dar el salto más allá llenando de fe y de esperanza un cielo y una tierra donde algún día podrá brotar la justicia.
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