Homo Rabiens
En algún recóndito rincón cerebral reside aún el homínido que fuimos, el primate gorilesco que defendía a la manada de ataques leoninos
En la ciudad de Sarajevo, durante la guerra de los Balcanes, serbios ortodoxos alquilaban puestos de tirador para que alguien cazara a bosnios musulmanes. Y ... hubo quien pagó tal cuota para matar a inocentes como se mata a un jabalí o al pichón. Tal hecho da pie a pensar que en algún recóndito rincón cerebral reside aún el homínido que fuimos, el primate gorilesco que defendía a la manada de ataques leoninos. Por eso, si cualquiera de nosotros dispusiera de poder, impunidad, mala leche y un fusil, podría matar a un prójimo como quien mata a un ciervo o a una rata. Los safaris humanos de la Avenida de los Francotiradores de Sarajevo responden a un viejo impulso zoológico que aún pervive en el cráneo del hombre. Un hombre que, por poner ejemplos, fue capaz en el 73 a. C. de adornar la Vía Apia con los cuerpos agonizantes de seis mil esclavos crucificados por cooperar con Espartaco en una revuelta contra Roma, Qué burrada, ¿eh? Se ve que en cuanto alguien se considera superior en fuerza, poder y odio, y observa receloso a un otro diferente en raza, ideología, religión o normas, suele desenfundar el revólver para evitar un potencial peligro. Que se lo pregunten a los judíos gaseados en Auschwitz. A los pieles rojas cazados en las praderas americanas por los invasores europeos. A los miles de brujas y herejes quemados en piras durante los Autos de Fe medievales. A los decapitados por el mongol Tamerlán, cuyos cráneos sirvieron para que aquel bestia erigiera pirámides óseas. Al concurso de cortar cuellos celebrado en el campo de concentración serbocroata de Jasenovac, cuyo premio, reloj de oro, lechón asado y vajilla de plata, fue ganado por el franciscano Petar Brzica. A los empalados de la historia, en especial a los miles que sufrieron tan dura tortura por parte de Vlad III de Valaquia, más conocido como El Empalador, origen de la leyenda de Drácula. A los cristianos arrojados a los leones, 'damnatio ad bestias', para que el espectador del coliseo contemplara cómo unas fieras, de menor agresividad que él, ingerían carne humana. Cómo somos… Leopoldo II de Bélgica, católico violento y genocida, por ocupar y explotar las riquezas del Estado Libre del Congo, caucho, diamantes, marfil, provocó la muerte de más de diez millones de africanos mediante un maltrato tiránico y esclavista. Decían que era santo, sí, pero la evidencia certifica que fue como esos cazadores de bosnios que alquilaron puestos de caza en Sarajevo para abatir a los niños, mujeres y hombres que asomaban en la mira telescópica de su rifle.
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