La Feria y Europa
La FIDMA ha mostrado en estas décadas su compromiso e identificación con las instituciones europeas a las que nos adherimos hace aproximadamente medio siglo
En Asturias, la feria por antonomasia, es la de Muestras de Gijón. Y, con mayúscula, no admite dudas, igual que su acrónimo, FIDMA y su ... adjetivo internacional. Al margen de tópicos comerciales o gastronómicos, muy propios de esta región, cainita a veces, la Feria fue una gran iniciativa hace 101 años y su recuperación, en 1965, en el desarrollismo español, un acierto. Desde niño he acudido a no pocas de sus ediciones, con admiración por sus expositores más que por el condumio y bebercio, ya que siempre me han gustado las máquinas, los inventos y la ferretería, común o sofisticada.
En los años sesenta, la internacionalidad de la Feria era un timbre de gloria para Gijón y Asturias y también para aquellos ministerios de Industria que ya no estaban en manos de falangistas. Ciertamente, productos, ingenios y mercaderías venían ya, muchas veces, directamente de lejos o a través de licencias y franquicias españolas.
Pero esa internacionalización, ahora, como todo, amenazada por la guerra arancelaria, desde hace justamente medio siglo es, fundamentalmente europea por nuestra pertenencia a la actual Unión. Y la FIDMA –prestigioso consorcio, decano en la comunidad con los consorcios más solventes de España– también ha mostrado en estas décadas su compromiso e identificación con las instituciones europeas a las que nos adherimos hace exactamente medio siglo.
El jueves asistí al diálogo entre Jonás Fernández y Susana Solís. Resultó un acto de absoluto interés para el auditorioSalieron coincidencias y divergencias por la centralización o descentralización de los fondos Next Generation
Desde hace siete u ocho años, la Cámara de Comercio de Gijón viene confiando, el mismo día en que se honra a la bandera europea en el recinto ferial, la organización de un debate sobre los retos y problemas que acucian a la Unión y se proyectan sobre las necesidades y reivindicaciones del Estado español. El papel protagonista e imaginativo de nuestro eurodiputado Jonás Fernández viene siendo fundamental para que, una vez izada la enseña de las doce estrellas, el público, no solo las autoridades –que algunas fallan– pueda asistir e intervenir en coloquios del máximo nivel y de manifiesta actualidad.
Como presidente del Movimiento Europeo de Asturias he participado en varias ocasiones y el jueves asistí a un diálogo moderado por Nacho Poncela, entre Jonás Fernández y su homóloga del PPartido popular Susana Solís. Resultó un acto de nivel y de absoluto interés para el auditorio en el que no faltaban, como siempre, el consejero Guillermo Peláez y la directora general Raquel García junto a otras personalidades fundamentalmente del Parlamento asturiano y de las corporaciones de Gijón y Oviedo, que daban con su presencia realce y evidencia de la oportunidad e interés de esta cita que, con variaciones de guion, viene enriqueciendo los debates del verano gijonés.
Salieron coincidencias y divergencias como es normal, singularmente y las posturas son conocidas, por el tema de la centralización o descentralización de la gestión de los fondos Next Generation.
Llevo muchos años en la docencia universitaria trabajando, por tanto, con jóvenes que ya han nacido bajo el manto protector de la ciudadanía europea. A la pregunta lanzada por el moderador, de la posición de la juventud con respecto a su identificación con las instituciones continentales, se manifestó por la señora Solís algo que es cierto y es que las generaciones nuevas han vivido en una Europa y en una España indudablemente envidiables en el contexto internacional. No obstante, yo me atrevería a decir, no con cierta pena, que a todo lo bueno nos acostumbramos y más cuando no hemos conocido la España autárquica salida de una guerra y en medio de una dictadura. Me atrevería a comparar con la situación creada cuando, hace unos setenta años, se generalizó como obligatorio el suministro de agua potable a los domicilios, lo que hasta entonces no era preceptivo con carácter universal y aún pasaron años hasta que este mandato se hizo patente en toda la geografía nacional. Pues bien, como ha ocurrido con otras comodidades e inventos, léase la electricidad, el cable o el satélite, al poco tiempo de disponer de agua bebible, salida del grifo de las viviendas, la población se exasperaba y sigue haciéndolo cuando hay un corte en ese suministro.
Estamos hechos a Europa, a su igualdad, a sus programas Erasmus, al euro, a la no exigencia de pasaporte o a la telefonía celular y cualquier merma en estas comodidades la consideramos una tragedia.
Es cierto y es justo, para los más interesados en la política internacional, que la posición de Europa ante el drama desgarrador de Gaza o la debilidad de las potencias continentales ante el avasallamiento comercial del presidente de los Estados Unidos generen decepción y desafección. Si bien la crítica es necesaria, lícita, sin censura y quizá potenciadora de rectificaciones en un futuro no muy lejano, pues la Unión es democrática. Pero, como también se dijo en el debate de la Feria, habría que ver, caso por caso y situación por situación, en qué nos influye, beneficia y hasta redime a diario, en su acción positiva, el conjunto de las instituciones europeas. Por eso algunos seguimos siendo irreversiblemente europeístas.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión