In memoriam de Tino 'el Roxu'
Tino 'el Roxu'deja la perenne huella de una voluntad firme. Nacido en Bimenes y criado en Nava, donde sus padres regentaban un chigre y ... un llagar, supo echar sidra desde el momento que sus fuerzas infantiles le permitieron levantar la botella. Pronto convirtió el ejercicio en arte y espectáculo. Cuando sus padres venían a pasar el día en Gijón, el pequeño Tino ya ponía su parte escanciando por las mejores sidrerías. Pronto llegaron los concursos. Con doce años se presentó al primero. Y ganó. La fama creció y corrió tanto que, tras los siguientes, para evitar comprometer a los jurados prefirió únicamente la exhibición. Una vez me dijo: «Escanciaba cinco vasos en la mano al mismo tiempo, me costó lograr el sexto; después, usando todo el cuerpo, fui batiendo mis propias marcas. Con veintidós años y diecisiete vasos me retiré». Y también: «Los jóvenes humildes de antes carecíamos de atajos: eché sidra, sí, también la representé y vendí, igual que baterías de cocina, y soldé por todos los astilleros gijoneses o en la construcción». Pero discreto y a la vez enérgico tras sus bigotes azafrán, los primeros galardones de Nava y La Felguera, o las copas jugando al fútbol o los bolos le enmarcaban de justo orgullo. Con los años ochenta llegaron sus propias sidrerías, la de Hermanos Felgueroso y la de la avenida de la Costa. Y además un Gordo de Navidad que repartió muchas alegrías. Y unos culinos en la Expo de Sevilla como para nombrarlos disciplina olímpica. Su vida personal y laboral alcanzó la plenitud al lado de María Emilia Zamorano: vaya para ella el sentido pésame, y el reconocimiento de Tino, con su vida, hizo un poco mejor a Gijón y Asturias.
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