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Un sistema defensivo muy voluble fue la causa de una derrota en la que de nada sirvieron los tres goles de Otero a domicilio. Garitano ... cambió el equipo, con un 4-2-3-1, en el que la novedad fue Nico Serrano en la media punta, fuera de sitio.
El tono inicial del equipo gijonés fue el reflejo de la temporada, con una imagen muy irregular. El Sporting empezó desdibujado, con una actitud pasiva y excesivas dudas. Así llegó el primer gol, con una autopista entre los centrales. Nada nuevo. El tanto despertó a los rojiblancos, con protagonismo de Dubasin y Otero. El colombiano fabricó el empate, pero en la prolongación volvió a apreciarse otro boquete en el centro de la zaga que costó el segundo gol.
El empate en la continuación dio alguna esperanza, difuminada con dos agujeros en la defensa, incluido el infortunio del cuarto. Despertaron los rojiblancos, con una ofensiva desenfrenada, con más corazón que cabeza, sobre todo tras el tercero de Otero. Las prisas son malas consejeras y negaron el empate ante un rival vulgar. Garitano no convenció con un carrusel de sustituciones y variantes tácticas con poco sentido.
Otero y Dubasin marcaron la diferencia en un equipo que justificó la temporada de sufrimiento, con la necesidad de una profunda metamorfosis.
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