Tal día como hoy, hace cuarenta años, Manuel Vega-Arango, presidente en la época más dorada de la historia del Sporting, acompañado del recordado Rafael ... Murillo, secretario de aquella directiva y persona de confianza del 'presi', para cerrar el traspaso de Maceda al Real Madrid.
Los representantes rojiblancos se reunieron con el presidente Ramón Mendoza, amigo personal de Vega-Arango, y el gerente Manuel Fernández Trigo. El traspaso se llevó a cabo porque Maceda, que en el Sporting veía limitaciones económicas, quería mejorar. La operación dejó en el club gijonés 60 millones de pesetas (300.000 euros del año 85) y el puesto estaba bien cubierto.
En la plantilla del Sporting estaban Jiménez y Mino, además de Espinosa, que podía adaptarse al centro de la zaga. También fue fichado Tati, procedente del Avilés Industrial. Asimismo, se consolidaba José Luis Ablanedo, polivalente para jugar de central o de medio defensivo.
En aquella época, el Sporting dominaba el fútbol asturiano, con el Oviedo en Segunda B. Mareo lideraba las clasificaciones de las categorías de base y los filiales incorporaban a las mejores promesas de la región, además de algún foráneo, como pasaría en aquella época con Felipe, Tomás o Luis Sierra, por citar algunos.
La planificación del Sporting se basaba en 24 jugadores de la primer plantilla, más unos cinco futbolistas del filial que podían solucionar alguna urgencia. Fueron los casos de Isidro, Emilio Blanco, Marcelino, Eraña y Luismi. La plantilla quedaba pendiente de algún retoque cuando se iniciaban los entrenamientos de la pretemporada. De hecho, aquel verano sólo llegaron Orbegozo y Rinaldi.
Cuarenta años después los planes son muy diferentes. Las variantes en la plantilla son entre diez y quince futbolistas por temporada, lo que hace imposible que se pueda mantener un bloque de equipo. En el filial tampoco hay alternativas, aunque se haya incluido a Amadou, en el que los técnicos no tienen confianza, lo mismo que en el caso del renovado Kembo. Ambos tienen 23 años cumplidos, una edad límite para tener una determinación concreta, al menos en el fútbol español.
En aquella época, Vega-Arango, tenía una dedicación plena para gestionar el club, con experiencia en el fútbol y rodeado de profesionales extraordinarios, como Enrique Casas en la parcela deportiva y el recordado José Manuel Fernández de gerente, que controlaba todo tipo de relaciones institucionales. Además de tener un contable, encontró en el directivo Florentino Fernández Hevia un respaldo excepcional en el control financiero.
Ahora, el Sporting de Orlegi tiene una estructura profesional, aunque el desatino en las contrataciones es palpable, la trayectoria económica arroja un déficit por temporada de entre tres y cuatro millones de euros y el aprecio social está deteriorado por las dudas deportivas. Son épocas diferentes.
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