Europa se olvida de las empresas
Lo óptimo sería que el BCE buscara alternativas a la subida de los tipos de interés para mejorar el escenario inflacionista y no deposite toda la carga sobre la iniciativa privada, desacelerando la actividad empresarial
Hemos comenzado el curso, o el último cuatrimestre del año, tras diez alzas consecutivas, con la noticia de que el Banco Central Europeo decide mantener ... los tipos de interés al 4,5%. La inflación sigue siendo elevada y cerró septiembre con un 4,3%, muy por encima de la cifra objetivo del 2%. Dicen, desde el BCE que la subida hasta el 4,5% es un sistema legítimo para tratar de contener una inflación incontrolable. No voy a poner en duda ni la valoración ni la medida.
La justificación, de forma muy simplista, es que los tipos actuales inciden directamente en el consumo, lo frenan, y esto hace que la inflación sea más gobernable y comience a bajar. Pero lo que aparentemente beneficia, en este caso tratando de incidir en el consumo, es a su vez perjudicial para otros segmentos de la economía igualmente importantes, como son las empresas, principalmente micro, pequeñas y medianas. La financiación y los márgenes de las pymes se siguen manteniendo afectados y, con ello, el desarrollo de nuevos proyectos que incentiven el crecimiento.
La duda que nos planteamos es: ¿cómo trata el Banco Central Europeo a quienes son el verdadero motor de creación de riqueza y empleo? En Asturias hay cerca de 68.000 empresas activas, casi tantas como funcionarios (63.000), el 96% pymes, que pagan salarios, cotizaciones a la Seguridad Social e impuestos. Son el motor de la economía y como parte de su plan de negocio surgen necesidades de financiación. La ratio de endeudamiento de microempresas se mantiene en el 70% y la de las grandes y medianas está en el 59%. La subida de los tipos de interés en las empresas tiene un impacto económico en este año de 24.000 millones de euros.
A principios de año conocíamos las previsiones de crecimiento del sector privado para este ejercicio, que apuntaban que el 25% de las compañías tenían previsto crecer en 2023 por encima del 5%. La subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo estrangulará cualquier alternativa de financiación y proyectos para las empresas, bien sea para sanear la deuda o para afrontar inversiones. Y como bien sabrán, cuando se reduce la capacidad de inversión de una compañía el efecto es inmediato en la cuenta de resultados. Se reducen los márgenes de beneficios y se ralentiza la actividad, comienzan las tensiones de liquidez y los problemas para retener el talento.
A la merma de la capacidad financiera de las empresas hay que añadir los conflictos bélicos de Oriente Próximo y Ucrania, a las puertas de una Europa marcada ahora por el constante incremento del precio de las materias primas. Tenemos un escenario económico complejo e incierto que lleva meses dando muestras de desaceleración. A pesar de todo, los empresarios siguen asumiendo el riesgo para luchar por los puestos de trabajo y por la supervivencia de la compañía. Un impulso que incide directamente en el progreso y el bienestar.
Lo óptimo sería que el BCE buscara alternativas para mejorar el escenario inflacionista y no deposite toda la carga sobre la iniciativa privada, desacelerando la actividad empresarial, perdiendo márgenes y, consecuentemente, siendo menos competitiva. Tal parece que los problemas macroeconómicos se trasladan a la microeconomía para darles solución y los perjudicados son los de siempre: empresas, trabajadores y ciudadanos.
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