De primero de espía
Primera máxima: hagas lo que hagas, que no te pillen. Y la segunda: desconfía de todo el mundo, sobre todo de los tuyos
Las historias de espías, en general, no me van demasiado. Fíjense que tuvo que llegar el confinamiento para que me lanzara a ver la saga ... Bourne al completo y, seré sincera, reconozco que esa sí me gustó. Claro que tiene a su favor a Matt Damon y ya saben ustedes, se lo he dicho alguna otra vez, contra la sonrisa de Matt Damon no hay nada que hacer.
Esta manía mía, por llamarla de algún modo, hace que rehúya todo lo que de antemano sé que tiene que ver con espías, aunque no me ha impedido ver todas las de Bond. Bueno, igual me falta alguna de las últimas. Y confieso que la que más me ha gustado siempre es una en la que el espía se casa. Pura rebeldía. Se titula 'Al servicio secreto de su Majestad' (1969), es la sexta oficial de la serie, protagonizada por George Lazenby, y cuando la menciono, es curioso, todos a mi alrededor tuercen el gesto; como si fuera una película apócrifa o algo similar. Pues existe, oiga, qué le vamos a hacer. Y sí, Bond se casa con la Condesa Teresa di Vicenzo, interpretada por Diana Rigg, y, cómo decirlo sin estropearles el asunto (por si no la han visto), tiene un punto muy shakesperiano en cuanto al final del matrimonio. Quizá por eso me gusta. Soy muy de Shakespeare y sus finales. En el fondo, aunque nos moleste reconocerlo, son más realistas de lo que nos gusta admitir.
¿Y por qué no me atraen las de espías? No lo tengo claro del todo, pero a veces creo que tiene que ver con la verosimilitud de lo narrado -que no con la veracidad, que se parecen pero son cuestiones distintas-. Y no tanto por el espía en sí, sino por el malo, no puedo con los archienemigos del espía, y porque las tramas suelen ser muy repetitivas. Monótonas. Iguales. Un malo tiene un superarma con la que va a destruir el mundo o parte del mundo. El espía tiene que arreglarlo. Él solo porque no sabe trabajar en equipo. Como mucho, puede llegar a trabajar con un par de chicas muy guapas que se encuentra por ahí. Una de las chicas será buena y la otra mala. El espía salva el mundo. Fin.
Vale, pueden enfadarse si quieren y pueden decirme que con las historias de detectives ocurre igual, pero yo con los espías, pues no puedo. No puedo. Necesito que haya algo más en esas tramas como, por ejemplo, una buena distopia. Tal que 'Counterpart' -qué buena es esta serie-, de Justin Marks. Entonces sí. Entonces a los pies del espionaje. Historias de espías con miga; fuera de lo común; alejadas de los tópicos. Historias como 'Argo', 'Con la muerte en los talones', 'El topo' o 'Aliados', por poner unos pocos, muy pocos, lo sé, ejemplos. Y solo de películas, porque también podríamos enumerar unas cuantas series.
¿Y por qué les hablo de espías? Por lo de Margarita Robles, el Pegasus y la que se ha montado con todo el asunto, claro. Me ha costado decidirme a comentar algo sobre el tema porque, ya ven, los espías y yo no terminamos de encajar, pero aquí estoy disertando sobre la ficción de espías mientras en nuestro país salen a la luz estas vicisitudes. Y no sé ustedes, pero yo, cuando ocurren este tipo de cuestiones, siempre pienso: ¿cómo es posible que te hayan pillado? A ver, que los servicios secretos están para algo y entre sus labores, sean estas las que sean (no entro aquí a valorar ni la legalidad ni la moralidad de las prácticas porque, ese sería otro debate diferente que requiere más tiempo y espacio) estará que no te pillen. Y no voy a hacer el típico chiste de Mortadelo y Filemón, la TIA y demás, más trillados que los cereales de los campos castellanos, pero, hombre, que es tu trabajo. Que seguro que es una de las máximas principales de primero de espía: hagas lo que hagas, que no te pillen. Y la segunda: desconfía de todo el mundo, sobre todo de los tuyos.
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