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Negocios de hace 125 años

Negocios de hace 125 años

La Cámara de Comercio cumple la próxima semana un siglo y un cuarto, un proyecto que nació del impulso de vendedores de la ciudad

Idoya Rey

Domingo, 18 de mayo 2014, 11:59

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Un grupo de comerciantes e industriales carbayones comenzó a idear a finales del siglo XIX el modo de organizarse para defender los intereses comunes de la nueva clase burguesa y empresarial. La idea se materializó en el mes de mayo de 1889, hace exactamente 125 años, el mismo año que se abrió la plaza de toros, otro siggno del ascenso burgués. Una asamblea celebrada los días 27 y 28 del citado mes, dio origen a La Cámara de Comercio de Oviedo. En una ciudad conocida y reconocida por su comercio, que de hecho es su principal actividad económica, hubo mucho empeño por parte de los propietarios de los negocios para que La Cámara saliera adelante. ¿Quiénes eran ellos? ¿Qué negocios regentaban? Una próxima publicación recuperará la memoria de cientos de negocios ovetenses, entre ellos los de cuatro de los fundadores de La Cámara, precursores en incluir publicidad de sus negocios y en explorar nuevos espacios, entre ellos la calle Uría -otro signo del cambio de siglo- que con el paso del tiempo se ha convertido en el enclave comercial de Oviedo.

La actividad comercial comenzó en Oviedo con el rey Alfonso II El Casto que convirtió en el siglo IX a la ciudad en capital del reino. «Además, con el peregrinaje a Santiago, comenzaron a llegar personas de otros lugares que demandaban productos y con ellos llegaban comerciantes de fuera. Es una máxima del negocio en la ciudad, donde siempre se han instalado familias procedentes de otros lugares», comenta Carlos del Cano Barbón. Barbón lleva un año sumergido en hemerotecas para conseguir toda la documentación que le ha permitido redactar 'Historia del comercio y de los comerciantes de Oviedo'. La idea le surgió tras intentar buscar información sobre la historia de su negocio familiar. «No había casi nada de documentación», dice, pero no cejó en su empeño y consiguió suficiente para su libro.

Entre toda esa montaña de datos que Barbón acumuló y que también comparte en su página de Facebook 'Negocios Carbayones', quiso dedicar un capítulo a la Cámara de Comercio y a cuatro de sus fundadores, cuatro ilustres comerciantes que contribuyeron a revolucionar la actividad de la ciudad. A nadie, hasta que ellos llegaron, se le había ocurrido introducir publicidad en un tranvía o abrir una tienda en una calle nueva, creada para conectar la Estación del Norte con el centro de la ciudad, la calle Uría. Sus nombres son Gerardo Aza Álvarez-Buylla, Victoriano G. Campomanes, Ramón Pérez de Ayala y Juan Botas Roldán, y esta es un parte su historia.

Además de uno de los miembros fundadores de la Cámara de Comercio, Gerardo Aza Álvarez-Buylla fue proclamado su presidente el 18 de mayo de 1900 y reelegido en sucesivas elecciones hasta que siete años más tarde tuvo que abandonar el cargo y también su actividad comercial aquejado de una grave enfermedad. Fue durante su mandato cuando se redactó el primer reglamento de la Cámara y la división territorial de la jurisdicción de las tres cámaras asturianas.

En su primera época laboral, Aza Álvarez-Buylla estuvo empleado en las obras del ferrocarril de Sevilla a Mérida y en la bajada del puerto de Pajares. También participó como ayudante en los estudios del tendido de Oviedo a Trubia. Pero estas actividades no saciaban sus intereses. De hecho, tenía inquietudes literarias como su hermano, el poeta y autor dramático, Vital. Fue tras su primer matrimonio con Matilde G. Campomanes, hija y hermana de comerciantes, cuando se involucró en el comercio Ovetense.

Con su cuñado abre un almacén de tejidos, sastrería y talleres de ropa blanca, almacén que pasaría a ser de su única propiedad. Se llamaba 'Al San Luis' y se situaba en el número 1 de la calle la Rúa. Aza Álvarez-Buylla fue uno de los primeros en introducir en Oviedo las nuevas fórmulas de vanguardia comercial. Con motivo de la Exposición Universal de París regaló a los niños 5.000 gaitas de juguete con la torre Eiffel estampada. También expuso sus artículos en vitrinas y escaparates rompiendo con la tradición de guardar la mercancía en cajas a la espera de ser reclamada por los clientes.

Dentro de las innovaciones también fue pionero en marcar los artículos con un precio fijo, sin regateo, y en fiar a los clientes de confianza. En sus almacenes había rebajas como fórmula para atraer clientela y desatacaban por sus atractivos anuncios en prensa, tranvías y estrategias de marketing como el regalo de percheros con su publicidad impresa o la impresión de catálogos ilustrados.

Una quiebra bancaria

Ramón Pérez de Ayala

Ramón Pérez de Ayala participó como tesorero en la primera junta directiva de la, entonces, recién fundada Cámara de Comercio y fue además alcalde de la ciudad. Con su hermano Cirilo, padre del conocido escritor, se ocupó de un negocio de tejidos llamado 'Géneros del reino y extrangeros Pérez Ayala Hermanos', comercio que llegó a ser el más importante de su tipo en la comarca y uno de los más conocidos en la zona cantábrica. En esos años llegaban a la ciudad un buen número de acaudalados indianos que demandaban a los sastres la moda inglesa.

Es Cirilo, en esta historia de los Pérez de Ayala un actor secundario, pero en gran parte el impulsor del negocio. En 1875 se fue a Cuba en busca de fortuna, pero regresó a los tres meses. Le pudo la melancolía y el amor que sentía por su mujer. A la vuelta, decidió abrir un almacén de géneros catalanes y extranjeros al por mayor con Vicente Masaveu Rovira, José García Zaloña y su hermano Ramón Pérez de Ayala. Los dos primeros se retiraron del negocio, Zaloña porque le toco el premio gordo de la lotería y Masaveu para regresar a Cataluña.

Ese negocio de la calle Magdalena alcanzó gran prosperidad económica y permitió a la familia vivir de forma desahogada. Pero una serie de desastres económicos afectaron al negocio. La quiebra de la banca Alvaré les dejó sin el importante capital que tenía depositado y otro banquero de la ciudad no quiso concederles un crédito que les ayudaría a sortear el revés. Cirilo no pudo superar la situación y el 11 de febrero de 1908 se suicidó.

Político

Victoriano Glez. Campomanes

El empresario, escritor y político Victoriano González Campomanes fue uno de los promotores de la Cámara de Comercio y formó parte activa de cuantas iniciativas y proyectos se llevaban a cabo en la ciudad. Además de ser uno de los primeros vocales, participó en la fundación de varias empresas en la ciudad, como Ferrocarriles Económicos de Asturias y fue uno de los que apoyaron de forma activa la macromanifestación del 27 de marzo de 1881 contra los planes del trazado del ferrocarril de Pajares, que consideraban perjudiciales para los intereses de Asturias. El empresario patrocinó becas y premios para estudiantes y usó parte de su capital para la creación de escuelas y bibliotecas. Fue el quien encargó a Juan Miguel de la Guardia la construcción del palacete Villa Magdalena, inicialmente llamado Villa Julia.

Lo de ser comerciante ya le venía a Campomanes de familia. Su padre regentó un próspero comercio de ultramarinos en la calle San Antonio, que Victoriano dejó en manos de su hermano. Él quiso dedicarse en exclusiva a su almacén de coloniales con el que contribuyó a convertir la ciudad en un importante centro comercial. El empresario fue uno de los primeros en intuir el potencial comercial de la nueva calle Uría. Allí instaló 'Casa Campomanes', en el número 16, donde distribuía una amplia variedad de artículos como chocolates, cervezas, refrescos, vinos, galletas y demás. También fue uno de los primeros en establecer un precio fijo y en realizar entregas a domicilio.

Campomanes acudía con frecuencia a Francia para conocer las últimas novedades y tendencias, pero tuvo que dejar su participación activa en las instituciones y también su etapa de comerciante por razones de índole político.

Grandes almacenes

Botas, un siglo de moda

La historia de la Cámara de Comercio de Oviedo está estrechamente ligada a la de la familia Botas. Juan Botas Roldán fue uno de los fundadores y presidente de la Cámara. Seguirían sus pasos al frente del organismo su hijo Luis Botas Rodríguez y su nieto Luis Botas Rezola. La familia, procedente de Astorga, es la más antigua de España con actividad comercial-burguesa. Acumularon gran fortuna al tener el monopolio de la Corona para el transporte de los impuestos recaudados en Galicia a Madrid. Las flotas de mulas de la familia Botas no descansaban llevando y trayendo bultos, pero con la llegada del ferrocarril la actividad disminuyó y los Botas cambiaron de rumbo dirigiéndola hacia el comercio de tejidos.

Juan Botas Roldán fundó en la calle Martínez Marina los Almacenes Juan Botas dedicados al comercio al por mayor de paños y tejidos. Hizo prosperar el negocio en el que compraban de toda la provincia de Asturias y parte de Santander, Galicia y Castilla. Los hijos de Luis siguieron con el negocio familiar que pasó a llamarse en 1928 Anónima Botas Roldán y cambiaron de emplazamiento para ubicarse en el número 24 de la calle Uría. Uno de los cuatro hijos se quedó con el local de Martínez Marina donde fundo Dirsa, negocio inicialmente de cistalería, ampliado después a droguería y perfumería que cerró las puertas en 2012.

El comercio trasladado a Uría deja de ser un negocio en exclusiva de venta al por mayor para comenzar a vender paños y tejidos directamente a los clientes. Poco a poco incorpora nuevas secciones de perfumería, hogar, ocio y se amplía a los números 26 al 30. Cuando el negocio pasa a manos del nieto del fundar, éste aplica técnicas de venta aprendidas en Estados Unidos y amplía el negocio a Palacio Valdés. Los almacenes llegaron a sumar 400 empleados. La llegada de Galerías Preciados, centros comerciales y grandes superficies marcaron el declive del negocio que cerró en 1988.

Los pequeños y tradicionales negocios que pueblan la ciudad siguen pelando por mantenerse frente a las grandes superficies. Porque pese a todo, esa Cámara de Comercio que fundaron estos cuatro comerciantes entre otros cuantos va a cumplir dentro de unos pocos días 125 años.

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