Adiós al misionero Carlos Bascarán: «Un regalo de Dios para el mundo»
La iglesia de San Isidoro se queda pequeña para despedir a un «humilde» comboniano que «con una sonrisa todo lo abarcaba en esta vida»
ALBERTO ARCE
OVIEDO.
Jueves, 1 de octubre 2020, 00:36
Una guitarra, unas sandalias, un balón de fútbol y un viejo jersey heredado. Eso, y su palabra, fueron las únicas cosas que necesitó en vida el misionero comboniano Carlos Bascarán, hijo del fundador de la famosa clínica oftalmológica y uno entre siete hermanos, para trascender a su nombre y a su propio continente. Dos amplios centenares de personas se reunieron ayer en la iglesia parroquial de San Isidoro el Real para despedir al que fuera uno de los rostros más reconocidos de la misión en Iberoamérica, que falleció el pasado día 22 a los 78 años en un hospital de João Pessoa (Paraíba, Brasil), tras dos semanas de intensa lucha contra la covid-19.
El encargado de oficiar la ceremonia, con permiso del párroco habitual, José Luis Alonso Tuñón, y acompañado entre otros por el deán, Benito Gallego, fue el hermano del fallecido, el sacerdote del Opus Dei José Ramón Bascarán. Cantó las exequias, ayudado del coro Manín de Lastres, en ausencia del cuerpo del difunto, que ya ha sido enterrado en Brasil, pero con una foto suya en el altar colocada sobre un colorido paño autóctono del otro lado del Atlántico que recuerda «el color de la misión». «Mi hermano Carlos fue un regalo de Dios para el mundo», sentenció durante la homilía. En ese sentido, el sacerdote continuó la celebración asegurando que Bascarán «es un ejemplo del que todos tenemos que aprender», alguien que «fue querido por todos» y que «siempre estuvo donde más le necesitaban», relató. Un hombre con el que rezar y al que «agradecer» el hecho de que «fue allá donde el Señor quiso y sirvió más de 40 años», concluyó.
No faltaron en la celebración el viceprovincial de los misioneros combonianos en España, Miguel Ángel Llamazares; amigos de la infancia como el arquitecto Javier Calzadilla; y hasta exconcejales de la Corporación como Roberto Sánchez Ramos, familiar político del homenajeado. «Carlos vivió toda su vida y murió entregado a los demás, prefirió ayudar en Brasil a una vida cómoda aquí y eso debemos reconocérselo», expreso 'Rivi'. También, rostros conocidos de la vida ovetense como Juan Méjica, Ramón García Cañal o Manuel Campa, entre otros.
Bascarán amaba el fútbol, pasó por el Loyola, el Juventud y el Vetusta, y «qué falta le haría al Real Oviedo un jugador como él ahora», aseguró, además, su hermano desde el altar. De sus viejos compañeros de escuadra acudieron, entre otros, su antiguo compañero Alfonso Campa, que recordó que «Carlos tenía un sentido del humor que todo lo abarcaba en esta vida». «Era un personaje que siempre estaba mirando hacia arriba», afirmó el cuñado y presidente de la Real Academia de Medicina de Asturias, el psiquiatra Julio Bobes. «Era un testimonio andante impresionante» que llegaba «cada tres años» y «lo revolucionaba todo», admitió.