Ángel Miguel: «No estamos acostumbrados a pagar por la cultura»

-El confinamiento le permitió dar un paso adelante en su carrera como músico.

-Llevo veinte años de trayectoria acompañando a otros artistas y creía que este era el momento de hacer algo propio. Todo paró en marzo de 2020 y dentro de lo malo había algo bueno, que era tener tiempo para mí.

-Es su primer trabajo en solitario, pero antes ha acompañado a artistas como Igor Paskual o Paula Rojo.

-Es algo diferente. Es grabar tu disco con toda la seguridad e inseguridad que genera sobre si le gustará a la gente o merecerá ser escuchado. Aquí eres el autor, la cara visible, y tienes la sensación de medio inseguridad.

-Está compuesto por once temas.

-Las canciones pretenden ser una isla en medio del Atlántico. Son de raíz y tradición americana pero con una producción, unos arreglos y una orientación europea. Es decir, la crudeza y la verdad de la música americana junto a la sofistificación y la elegancia de la producción británica que a mí tanto me gusta.

-¿Qué historia cuenta en cada tema?

-Pretende ser una autobiografía. La primera canción, por ejemplo, '93', es un año que para mí fue importante.

-¿Por qué?

-En ese momento descubrí mi otra vocación, que es la educación. Descubrí que quería hacer dos cosas en la vida: la música y que quería ser profesor.

-Lo es en el Loyola.

-De Filosofía y Geografía e Historia.

-¿Cómo compaginarlo?

-Lo primero, con una gran comprensión y generosidad por parte del centro, que siempre ha entendido que mi dedicación a la música era algo que aportaba en el centro. Igual que pasa con gente que escribe libros, que puede dar conferencias...

-Hacer una gira en mitad del curso es restar horas de sueño.

-Antes del confinamiento había giras compaginadas entre sí y con dobletes, tripletes,... Tocando el jueves en Madrid, volviendo por la noche para estar a las ocho de la mañana dando clase y no desperdiciando ese día de permiso para otro lugar donde estuviese más lejos y no pudiese volver.

-Cambiando de tercio, están a punto de cumplirse dos años desde el inicio de la pandemia y la cultura ha sido uno de los grandes afectados. ¿Cómo está la música?

-Venimos de una época donde la música estaba bastante denostada y reducida a unas condiciones bastante paupérrimas en general, salvo para los artistas de primer nivel. Si a eso le sumamos los efectos del confinamiento la situación es incierta. Ninguno sabe qué va a pasar dentro de dos meses; es un mundo más incierto que antes de 2020.

-Hay mucha costumbre de que la música es gratuita.

-Falta cultura musical. Estamos en un país donde nos hemos acostumbrado a que todo es gratis, pero todo cuesta dinero. No estamos acostumbrados a pagar por la cultura en general, como leer un libro de PDF o pagar por una entrada para un concierto.

-¿En Oviedo se apuesta por la música?

-Están todas las instalaciones que dependen del Principado y el Ayuntamiento, a las que hay que sumar espacios privados importantes. Es complicado para un grupo de fuera que no sea de primera división hacer un concierto en condiciones.