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El Centro Asturiano reúne a 11.000 socios en el día grande y cierra unas fiestas con récord de afluencia
El presidente del club, Gerardo Martínez Quesada, asegura que se han duplicado los socios participantes
Pese a que la lluvia no dio tregua desde la víspera ni en el amanecer del día grande de las fiestas de Nuestra Señora de Covadonga del Centro Asturiano, 11.000 socios acudieron ayer al club de campo para disfrutar de numerosas actividades y despedir siete días de fiesta de récord. El presidente del club, Gerardo Martínez Quesada, así lo afirmó: «Este año hemos tenido un incremento del 50 por ciento en la afluencia respecto al año pasado, así que estamos muy contentos», declaró. Se superaron las expectativas, sobre todo, en cuanto a «gente joven», puntualizó.
Saboreando estos buenos datos, el presidente recibió, en la entrada principal, al alcalde de Oviedo Alfredo Canteli. Tras un caluroso saludo, este no ocultó su emoción de estar presente en el día grande. Con voz teñida de cariño y recuerdos, el primer edil rememoró su profunda vinculación con el club: «Es una vuelta a mi casa, donde estuve muchos años, casi treinta y siete, y veinte como presidente. Es un placer disfrutar de lo guapo que lo tiene este presidente, que fue el que yo quise dejar», destacó Canteli.
Sus palabras no estuvieran solo dirigidas a la labor actual de Martínez Quesada, sino que también advirtieron sobre la pérdida de un elemento tradicional que sigue en la memoria de muchos socios: «Los bolos se cayeron aquí y en toda Asturias», lamentó, incidiendo así en que muchos de los socios del club, sobre todo los mayores, echan de menos este juego tradicional.
Tras la misa de las 12.30 horas oficiada por José María Sauras y cantada por el Coro del Centro Asturiano, cuyas interpretaciones dotaron de una atmósfera especial al oficio religioso, las autoridades y socios se dirigieron a almorzar, ya que la procesión en honor de la Santina, hasta el mirador, tuvo que ser suspendida, no sin pena, por motivos de seguridad a causa de la lluvia.
Bajo las carpas instaladas en los jardines del Centro Asturiano y en otros espacios cubiertos, el aroma inconfundible del bollo preñao recién horneado –se prepararon 16.000 unidades– se mezclaba con el de las empanadas caseras, la tortilla y la sidra, los verdaderos protagonistas gastronómicos de un día concebido para el disfrute en comunidad.
El sonido inconfundible de las gaitas fue el hilo musical que tejió la jornada. La Banda de Gaitas del Centro Asturiano fue la encargada de mantener el ánimo y el espíritu festivo por todo lo alto, contagiando su alegría a cada rincón. A ella se sumó el vibrante dúo de gaiteros formado por Julián Finca y Valentín Fuente, quienes, con una mezcla de orgullo y simpatía, comentaron la buena acogida: «Nos piden hasta canciones, llevamos tocando aquí quince años».
Animada por la música, la carpa principal, poco a poco, se convirtió en un hervidero de gente que buscaba cobijo de la lluvia y se preparaba para disfrutar de sus manjares festivos entre socios.
Más allá de la gastronomía y la música, el fin de fiestas en el Centro Asturiano fue también un poderoso ejemplo de unión y buena convivencia. En un gesto que trascendió las pasiones futbolísticas, las camisetas del Real Oviedo y del Sporting, eternos rivales en el campo, convivieron en una armonía festiva. Javier Fernández y David Alonso, este último en su primer año como socio del Centro Asturiano, ejemplificaron, entre sida, la estampa de esta fraternidad, demostrando que en un día tan señalado como este, el espíritu de comunidad asturiana y el orgullo de pertenencia al Centro prevalecen por encima de cualquier otra distinción.
La tarde empezó a caer, con agua incluida; pero el buen ambiente en las instalaciones del club de campo del Naranco no decayó. La programación que aún había por delante no era para menos, como los esperados fuegos artificiales, y la música de Manu García DJ.
Una animada jornada, en definitiva, que también destacó por otros eventos, como el concurso de danza, un animado karaoke y una fascinante exhibición de esgrima histórica, que añadió un toque cultural al cierre de las fiestas.
Un cierre de fiestas memorable que, pese a la intermitente lluvia, brilló con luz propia, consolidando la cita como un referente en el calendario social de Oviedo y, sobre todo, del Centro Asturiano.
El año que viene, más.