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Elisa Seijo. MARIO ROJAS

Comprende, sonríe y hace del cariño un santo y seña

Bonhomía. Pionera en la psiquiatría infantil; es una mujer amable, risueña, cariñosa, inteligente y chisposa que pasa por el mundo con mucho ojo clínico para calar a las personas y una especial habilidad para que la gente se sienta bien a su lado. Sonríe y hace felices a las personas

Domingo, 31 de agosto 2025, 02:00

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Es inteligente, encantadora, con don de gentes, cercana, cariñosa cuando mira no queda más remedio que confiar, lo que también puede significar que sabe disimular sus defectos a la perfección, una mezcla entre persona y trabajo difícil de encontrar que su personalidad sea cercana, atractiva y que den ganas de abrazarla (siempre en el mejor sentido). Empollona, casi pianista, casada y con dos hijos observa y escruta cuando mira y mientras habla, porque es habladora, le gusta, pero lo hace con mucha dulzura y siempre sin cortar a los demás al charlar. Es decir, sabe escuchar, sólo faltaba siendo psiquiatra.

De niña también sonreía.
Con dos compañeras en la licenciatura de Medicina.
Junto al investigador Robert Gallo.

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Se puede pensar que si habla mucho es que tiene muchos pájaros en la cabeza, nada más lejos de la realidad.

Guapa y chisposa. Un ser que ha nacido para vivir en sociedad, para vivir entre personas e intentar hacer la vida más agradable a quienes la rodean. Destila bonhomía y gracejo por arrobas.

Elisa Seijo Zazo (Oviedo, 1976) es responsable clínica de la Unidad de hospitalización infanto juvenil de Asturias. Hija de Carmen, pediatra, y Fernando, neurocirujano que todavía hoy ejerce de tal en el Centro Médico. Estudio en el colegio San Ignacio, que buen colegio era, desde primero de EGB hasta COU. «Lo que más me llamó la atención cuando llegué es que el colegio era muy grande». Todavía era la época en que había unos cuantos jesuitas entre el profesorado.

Pero no sólo eso, parece evidente que su paso por el colegio fue feliz porque «cuando pienso en el San Ignacio pienso en risas y en pasarlo bien».

No podía ser de otra manera y con dos padres médicos estudió medicina «Ahí sí fui empollona». Hizo el MIR pero no sacó la nota suficiente para Pediatría, lo que le gustaba, así que lo repitió al año siguiente pero mientras «preparaba mi segundo MIR conocí la psiquiatría, saqué un buen número para pediatría y me dediqué a la subespecialidad de psiquiatría infantil». Fue pionera en Asturias.

Por el medio, pasó una lño en Alemania como Erasmus para lo que dejó a un novio de cuatro años para irse a hacer las germanias, «lo que pasó en Alemania se queda en Alemania» y volvió para conocer a su marido Juan, corría el año 1988, pero en ese momento no saltó la chispa «hasta 2007 que empezamos a ser novios y nos casamos en 2008» parafraseando una comedia de la época, no fue 'Amor al primer mordisco'. De ese enamoramiento nacieron dos hijos (Sofía (11 años ) y Daniel (9 años).

Ha trabajado en el Sanatorio Adaro de Sama, famosísimo a mediados del siglo XX por ser el hospital de lso mineros y por el trabajo del traumatólogo, Vicente Vallina, más por lo segundo que por lo primero, y en el HUCA. «Hice la carrera de piano pero no la acabé en el último curso» y confiesa que no le gusta cocinar pero «me busqué a alguien que lo hace y muy bien». Lee novelas policiacas, «recuerdo mucho a Agatha Christie», y anda enredada ahora con Eduardo Mendoza, lo que le otorga buen gusto para elegir lecturas. Elisa Seijo sonríe y hace feliz, qué más se puede pedir...

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