Diez mil euros de alquiler por un bajo en el centro

La realidad se palpa también a pie de calle: más de medio centenar de bajos del principal eje comercial buscan inquilino. Están vacíos. Hay locales de todo tipo, tamaño, condición y precio. Algunos llevan hasta años en busca de salida, como el que ocupaba una antigua bocatería, junto a las casas del Cuitu, en Uría. Otros han cerrado recientemente con la estocada de la crisis sanitaria. «El sector está atravesando un momento complicado con una capacidad de resistencia a la baja», perfila Magdalena Huelga, secretaria de la Federación Asturiana de Comercio.

La calle Uría contabiliza diez bajos comerciales vacíos. No es la peor vía del eje de compras por antonomasia. La vecina Melquíades Álvarez acumula once bajos sin inquilino. La esperanza comercial de esta calle la pone la finalización de las obras que albergarán, a priori, la nueva sede del gigante textil de Inditex, Zara.

La realidad es que el pequeño comercio o tiendas tipo 'boutique' lo tiene mucho más difícil a la hora de sobrevivir en el centro de la ciudad. La culpa la tienen los «desorbitantes» precios de los alquileres de los locales. Un ejemplo: en el número 64 de la calle Uría está disponible, desde hace varios años, un establecimiento de dos plantas. Su alquiler mensual asciende a 5.750 euros por 200 metros cuadrados útiles.

Casi el doble se pide por un local ubicado en la calle Ventura Rodríguez, próxima a Uría, y que albergó durante años la tienda textil Las Novedades. Desde que cerró sus puertas, hace once años, busca inquilino. La propiedad solicita 9.000 euros al mes por 560 metros cuadrados, como así anuncia un portal inmobiliario.

Los precios siguen subiendo según los locales se aproximen a la zona del Campo de San Francisco. Una inmobiliaria recoge este anuncio: «Local de 1.500 metros, distribuidos en dos plantas de 500 metros y 2 plantas de 2.150 metros, ascensor, baños. Requiere reforma. Excelente para restauración, gimnasio...». El precio por su alquiler mensual es de 10.000 euros.

Estas cifras ilustran una realidad que se traduce en bajos comerciales abandonados y sin actividad. «El alquiler de los locales se lleva la mayor parte del coste de un negocio y en el centro de Oviedo es muy alto», señalan desde la Federación Asturiana de Comercio. El problema también radica, apunta Magdalena Huelga, a que «los propietarios de los locales no bajan los precios del alquiler». Una pescadilla que se muerde la cola.

La imagen de bajos vacíos tampoco ayuda a reflotar las calles. «El sector del comercio es un tejido, una red, no una empresa. Es el comercio lo que hace comercio», apunta la secretaria de la Federación Asturiana de Comercio.

Un claro ejemplo de «decadencia comercial» se observa en la calle Covadonga. Los locales vacíos se aproximan, en este caso, a la veintena. El doble que en Uría. «Aquí se da otro fenómeno, el conocido como abre y cierra», señala Huelga. Es decir, aparece un nuevo negocio y al poco tiene que cerrar cogiéndole el relevo otra iniciativa empresarial que no suele prosperar.

A día de hoy, junto a la calle Asturias, es una de las vías del eje comercial del centro de la ciudad que soportan mayor número de locales vacíos.

En el caso de la calle Covadonga, el problema no es tanto el alto precio de los alquileres (oscila entre 1.200 y 1.500 euros mensuales) como su ubicación y estructura. Es una vía de aceras estrechas y con gran cantidad de tráfico rodado.

Comerciantes de la zona apuestan por su peatonalización pero es una idea que se antoja complicada porque es la única vía que comunica con el aparcamiento que hay en la plaza Longoria Carbajal.

En la zona centro también hay calles que han resultado óptimas para abrir negocios. Es el caso de Marqués de Pidal. Marta del Río trasladó el pasado febrero su tienda de modas de Melquíades Álvarez a esta vía. «Está cerca de puntos importantes como el Campo de San Francisco, el hotel de La Reconquista y une la calle Uría con avenida de Galicia. Nos encontramos en un triángulo que hace de imán sobre todo para el comercio tipo boutique», señala la propietaria de Del Río Uribe. Es la cara de una misma moneda en un año que se antoja complicado por la covid.