Los edificios más singulares de la Fábrica de Gas serán monitorizados durante las demoliciones

Nueva etapa para la Fábrica de Gas. Ginkgo Advisor, el fondo de inversiones europeo que prevé transformar el conjunto en un moderno complejo residencial con mezcla de usos –entre ellos 158 pisos, unas sesenta más que los previstos en el plan Portela– y nuevos espacios urbanos, inició ayer la fase de demoliciones. Con una inversión de seis millones de euros, es un paso previo a la descontaminación de unos terrenos impregnados en su mayoría por hidrocarburos. La empresa encargada de estas tareas es la barcelonesa Hercal. El trabajo se dividirá en dos etapas: en esta primera se actuará durante dos meses en los edificios no protegidos para otra actuación posterior en los bienes más singulares. Estos serán monitoreados en todo momento para evitar ser afectados. Los aparatos se instalarán en la nave de la Popular Ovetense, la chimenea, el depósito de agua, la marquesina de Sánchez del Río y en otros edificios relevantes. Incorporarán «fisurómetros, aceletrómetros, inclimómetros junto a niveles de temperatura y humedad».

Las tareas iniciadas guardan complejidad. Entre otros motivos, por la inclinación de los terrenos o que, por ejemplo, debajo de los suelos hay tuberías sumamente antiguas de hierro que están oxidadas y hay que sacarlas una a una. Todas estas labores son necesarias. «Han pasado casi veinticinco años y los suelos están llenos de sustancias tóxicas. Ahora, por fin, se ha tomado la decisión de sanear, limpiar y regenerar todo el ámbito», explicaron fuentes cercanas a la operación.

Durante la jornada de ayer se retiraron las placas de amianto de las «chimeneas, cubiertas, bajantes de aguas y vierteaguas», detalló Antonio Fernández, jefe de obra de la empresa encargada de las demoliciones. Las labores requirieron de la presencia de expertos sumamente cualificados. También de un estricto protocolo para encapsular los restos y transportarlos de forma segura a un vertedero autorizado. «Estas sustancias se han de retirar antes de comenzar los derribos». Hoy se espera la llegada de diversa maquinaria para ejecutar las demoliciones. Aunque estas no harán todo el trabajo. Otras labores se ejecutarán a mano ya que en determinados espacios los grandes aparatos no tienen cabida. En todo se hará ese exhaustivo control para vigilar un posible impacto de los trabajos los elementos más singulares del conjunto. Es decir, y con el símil sanitario, se controlará todas las constantes para evitar que las vibraciones u otro tipo de movimiento les afecten. En caso de que haya una pequeña anomalía saltará una alarma. «Hora a hora tendremos datos de cómo estos bienes van admitiendo las obras de alrededor y si hubiese algún movimiento no deseando se investigará, se resolverá y se continuará los trabajos», garantizaron.

El alcalde, Alfredo Canteli, habló ayer sobre el inicio de los trabajos. Recordó que la Consejería de Patrimonio ha dado el «visto bueno a todos los planes» y garantizó que estarán en todo momento pendientes de lo que ocurra. «Esta es una gran operación para Oviedo y supondrá un coste cero para las arcas municipales». También reprochó que el tripartito –el equipo de gobierno formado por PSOE, Somos e IU que lideró la capital desde 2015 hasta 2019– anunció a dos meses de acabar el mandato que había adquirido a EdP la Fábrica de Gas por 4,5 millones de euros, pero la operación no se cerró. «Gracias a Dios no lo habían vendido y ahora estamos cobrando licencias y luego el IBI. Este conjunto no es una fuente de gastos sino una fuente de ingresos».

A pesar de todos estos controles, los vecinos y miembros de la plataforma Fábrica de Gas e Ideas están «expectantes» y «vigilantes» de estos trabajos porque una de las conclusiones a las que llegaron tras la reunión mantenida con responsables de la obra es que «algunas partes de la Fábrica de Gas acabarían cayendo o se tiran elementos protegidos como la marquesina de Sánchez del Río. «Mientras tanto, el gasómetro se conservará pero tendrá uso especulativo porque en el nuevo plan se pretenden construir dentro un edificio con ocho plantas», lamentó Miriam Perandones.