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Francisco Gayoso. ALEX PIÑA
Una embajada de 15 millones de dulces

Una embajada de 15 millones de dulces

Buena planta. Propietario de la confitería Rialto; simpático, sonriente, educado y optimista . Ha hecho de las Moscovitas un producto tan ovetense como universal. Pasa los días con mucho trabajo para mantener en lo más alto el negocio para una vida trufada de familia, deporte y libros

Domingo, 4 de mayo 2025, 02:00

«Mi padre le dijo a mi mujer antes de casarnos: 'Te casas con él pero también con el negocio'». Dicho y hecho Ana firmó en 2003 la pertenencia a uno de los más conocidos y afamados establecimientos de la ciudad y se encontró casada con una chaval sonriente, sensato, tranquilo, con buena planta, al que le sonríen los ojos. Muy educado y diligente.

Francisco Gayoso (Oviedo, 1974) dirige y es propietario de la confitería Rialto, una de las mejores embajadas que tiene Oviedo por el mundo. Una confitería artesanal que produce 15 millones de Moscovitas al año pero todas ellas hechas a mano en el obrador de Argame.

En la cuna.
Con su padre, en la confitería.
Atemperando chocolate.

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A Francisco le nacieron en el Sanatorio Miñor. Pasó su infancia jugando en la plaza de Pedro Miñor y en los prados de La Ería, al final de Valentín Masip. «Jugábamos a las chapas, al pincho, al fútbol, con la bici...». Estudió toda su vida en el Loyola, donde se aficionó al baloncesto, seguramente bajo la sabia mano de Ramón Fernández. «El 'basket' y el esquí son mis dos grandes pasiones deportivas».

Del Loyola, siempre siendo un buen estudiante, se fue a Empresariales «y salté a Económicas. Fueron tiempos de aquel Oviedo de adolescencia y juventud del Rosal, Chiribí, La Maniega o Paul &Cia..

«Acabé Económicas y hice entrevistas para trabajar en La Caixa y me seleccionaron y fue en ese momento, sólo en ese momento, cuando me pidieron el DNI para hacerme un contrato cuando mi padre reaccionó y me ofreció meterme en el negocio familiar». Ese fue el primer punto de inflexión en su vida. «La única condición que puse, si es que se puede llamar condición o más bien petición fue que abriéramos tienda en Madrid. En 2001 estaba abierta y aún sigue en Núñez de Balboa».

El segundo punto de inflexión fue la ya mencionada boda con Ana, una estudiante de Deusto que vino a pasar la Semana Santa en segundo de carrera a Oviedo. Se prendaron. De la relación, dos hijos. Francisco, de 14 años, y Daniel, de 11.

Poco a poco la tienda fue creciendo sin pausa pero sin prisa. Sólo unos datos como muestra: 100 trabajadores, 400 puntos de venta en España y fuera de España como Ámsterdam, Londres, Filipinas o República Dominicana. «Donde hay colonia asturiana e incluso sólo española suele haber un punto de venta de Moscovitas».

Cuando cumplió 40 «llegué a plantearme qué hacía que no fuera trabajar y ahora tengo más tiempo para mi familia y para muchas más cosas». Es decir, cuatro aficiones: familia, baloncesto, esquí y leer.

Para la familia, viajar porque «ahora que los niños van siendo mayores hay que aprovechar para que conozcan sitios», el baloncesto cada vez más por la tele porque «las rodillas se resienten», el esquí en temporada, y para leer, «el último libro de Alfonso Goizueta 'La sangre del padre'». Asegura que, como todos los de su época se aficionó a leer con Asterix y Obelix y con Los Cinco, de Enid Blyton.

Francisco Galloso lleva con empaque sobre sus hombros la tradición de un negocio familiar de 1926 y también el ser uno de los grandes embajadores de Oviedo.

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