Laura Puertas
«La investigación es uno de los motores de un país y no debe dejarse de lado»«Estar en Harvard me aportará experiencias que nunca pensé que estarían a mi alcance y en mi caso es gracias a las becas públicas»
Laura Puertas (Oviedo, 2001) está a punto de convertirse en la embajadora de Asturias –y también de una parte del asturianismo– durante todo un ... año en la universidad más prestigiosa del planeta. A sus 24 años, esta graduada en Lengua Española y especializada en Llingua Asturiana por la Universidad de Oviedo ha conseguido una beca de investigación para realizar una estancia de un año en el Observatorio de la lengua española y las culturas hispánicas del Instituto Cervantes en la Universidad de Harvard. Lleva años preparándose para lograrlo y admite que aún no termina de creérselo del todo en esta entrevista concedida a EL COMERCIO cuando apenas le faltan ya unas pocas semanas para montarse en el avión rumbo a los Estados Unidos. Un camino largo y duro para llegar hasta este punto en el que ha tenido que esforzarse, pero que no hubiese sido posible, reivindica, «sin la Universidad pública y los programas de becas».
–¿Qué es lo primero que se le pasa a uno por la cabeza cuando recibe una noticia como esa?
–Un poco de todo al mismo tiempo. Llevo desde que sé que existe este beca, desde hace tres años, preparándome para cumplir los requisitos, cuidando la media, mi expediente, formándome en inglés y ganando experiencia en redes sociales, ya que es una de las cosas que piden –una de mis funciones será administrar la web y las redes del Observatorio–. También pedían estar matriculado de máster o doctorado y yo estoy de ambas.
–¿En qué consiste el proyecto de investigación?
–No es un proyecto cerrado. Una vez allí veré hacia dónde puedo dirigirme, pero lo que quiero es descubrir todo lo que pueda en Harvard y ver cómo puedo juntar mi trabajo allí con lo que estoy haciendo aquí, que es el estudio de las lenguas minoritarias y del asturiano, en particular, que es algo que vale la pena estudiar. Me gustaría orientar lo que haga en Harvard a Asturias.
–Se abrirá todo un mundo de conocimiento...
–Mi principal interés es el asunto lingüístico sobre el literario, pero todo dependerá de las necesidades del Observatorio. Habrá varias líneas de investigación abiertas y me adscribiré a unas u otras según mis intereses.
–Harvard es la universidad más prestigiosa del mundo. ¿Cuáles son sus expectativas?
–Lo primero, disfrutar de la experiencia, hablar con todo el mundo, hacer contactos, ir a todas las charlas que pueda aunque no sean de mi campo –sobre ciencias sociales, política, psicología...–, porque todo me va a ser útil. Tengo claro que quiero dedicarme a la investigación, aún no sé si en España o en el extranjero, pero es cierto que todo lo que hago está ligado con Asturias.
–Experiencias de este tipo abren puertas.
–Yo creo que sí. Simplemente el hecho de vivir fuera del país ya es una experiencia enriquecedora, pero estar en una de las mejores universidades del mundo me va a aportar experiencias que nunca pensé que estarían a mi alcance. Y esto es gracias a la Universidad pública y a las becas públicas. Llevo estudiando con becas desde Bachillerato y mis estudios los han financiado las becas públicas; de no ser así, quizás habría tenido que dejar de estudiar. Siempre tenemos que reivindicar la educación pública, porque ofrece oportunidades a alumnos que simplemente no podrían tenerlas o ni se las imaginarían.
–Muchos de los jóvenes asturianos que se van terminan quedándose en esos países.
–Siempre cabe la posibilidad de que no vuelva en el futuro cercano. Sé que siempre estaré muy ligada a Asturias, pero no sé si eso significa que vaya a volver el año que viene o dentro de cinco.
–¿Preocupa no poder volver por falta de oportunidades?
–Es fácil encontrar becas de investigación en España, pero también es fácil que esa financiación no sea suficiente y busques proyectos en otros países. En el sector de la filología conozco gente con mucha vocación que termina dedicándose a la docencia porque es un trabajo estable con el que puedes asentarte y formar una vida. La investigación aún es un poco precaria en España en estos primeros estadios.
–¿Debería contar con un mayor apoyo público?
–Debería financiarse mucho más. No solo en filología, sino en todos los sectores. La investigación, como la educación o la sanidad, es el motor de un país y no debería dejarse de lado cuando se tienen unas infraestructuras públicas que son envidiables.
–¿Cómo están siendo los preparativos del viaje a EE UU? La administración Trump suspendió temporalmente la concesión de visados para estudiantes extranjeros de Harvard para investigarlos uno a uno.
–Lo viví con más miedo del que realmente después me hizo falta, pero hasta que no tuve el visado en mi casa no estuve segura.
–¿Cómo fue ese proceso?
–Es cierto que fue un proceso engorroso e invasivo, pero al final no tuve mucho problema. Tuve que poner públicas mis redes sociales para que pudiesen investigarlas, pero en mi caso no tardaron más de un día. Estuve en vilo esperando a ver cuándo podía pagar las tasas después del parón en las entrevistas de junio.
–Eso suena a película de espías...
–Eres responsable de la información que compartes en redes, pero es extraño que te requieran desde la Administración de un país para que tengas las redes públicas hasta que finalice el proceso. Desde las webs oficiales dicen que así blindan la seguridad en EE UU ante posibles amenazas de terrorismo, pero es cierto que no tuve ningún problema, aunque también que lo viví con miedo y angustia.
–Harvard ha estado caracterizado por una postura crítica y de rechazo a la gestión de Trump. ¿Qué espera encontrarse allí?
–Espero encontrarme un ambiente abierto, aunque habrá de todo, como en todas partes. Muchas veces miramos a EE UU como un lugar de gente cerrada y antipática, pero no creo que vaya a ser así.
–¿Qué es lo que más ilusión le hace del viaje?
–Todo, y partiendo de la base que simplemente el hecho de cruzar el charco es algo increíble porque nunca he estado tan lejos.
–¿Ya ha resuelto el tema de la vivienda?
–Todo es carísimo y los primeros meses compartiré piso en casa de una investigadora española.
–¿Qué es lo que más echará de menos de Asturias?
–A mis amigos, a mi pareja y a mi familia. Aunque llevo años independizada, nunca he estado tanto tiempo fuera de casa.
–¿Algún símbolo que no puede faltar en la maleta?
–Un colgante que siempre llevo puesto con la Cruz de la Victoria y que era de mi abuela.
–¿Cómo se imagina a sí misma dentro de un año, cuando le toque organizar la vuelta a casa?
–Es una pregunta muy difícil. Tendré ganas de seguir haciendo cosas, investigar y crecer. Haga lo que haga, sé que siempre tendré alguna salida o algún plan.
«Mi objetivo es acercar Asturias y el asturiano a Harvard y Harvard a Asturias»
–¿En qué punto se encuentran sus investigaciones sobre el asturiano?
–Estoy trabajando alrededor de la figura de Fernán Coronas, un autor del occidente que quiso hacer un diccionario del asturiano occidental que no se llegó a publicar. Tenemos muchos materiales escritos a mano y es en lo que estoy centrando mis esfuerzos a partir de una beca con Xulio Viejo, aunque también me interesa la sociolingüística, la dialectología y tengo la mente abierta.
–¿Cuál es el panorama de la llingua en la actualidad?
–Desde las administraciones existe un interés por revitalizar o terminar de normalizar la llingua, pero nunca se termina de llevar a cabo a través de la oficialidad y lo cierto es que no son los únicos que la impulsan. En Asturias hay desde gente mayor que lo usó toda la vida hasta gente joven que sigue usándolo, pasando por personas castellanohablantes que deciden utilizar la lengua que han perdido y siempre se utilizó. Los hablantes impulsan la lengua y también lo hacen desde la música o las redes sociales. Por ejemplo, en la cuenta Asturxules realizan una muy buena labor para enseñar desde la filología hasta la historia de Asturias y sus nombres, un contenido muy necesario.
–En uno de sus últimos vídeos se formó una pequeña polémica al calificar como hablantes de gallego a los habitantes de la zona eonaviega.
–Causa mucha polémica porque, como suele pasar, no es sólo una cuestión lingüística, sino social y política. Es importante escuchar a los hablantes y tener en cuenta que, efectivamente, la fala es una lengua y sus hablantes son igual de asturianos que los hablantes de asturiano de Asturias o de castellano de Asturias. Eso son cuestiones territoriales, sociales o políticas que no tienen por qué tener que ver con la filiación glotológica de la lengua. La fala o eonaviego deriva del tronco común del que derivaron el gallego y el portugués, y no por eso sus hablantes son menos asturianos. Una asignatura pendiente que tenemos es enseñar esto en las escuelas.
–¿No se hace?
–Es un problema porque dentro del propio territorio desconocemos las lenguas que se hablan. A un niño en un colegio de Oviedo no se le enseña que se hablan otras cosas en Asturias.
–La llingua sigue recibiendo ataques continuos desde sectores determinados.
–Es producto del estigma que lleva teniendo el asturiano y cualquier lengua minoritaria de la Península Ibérica durante años. El asturiano se asocia con la ruralidad y con 'hablar mal', con ser un paleto... A mí, habiendo crecido en Oviedo, también se me han dicho estas cosas: 'no digas guaje o paisano, que es despectivo'. También se está percibiendo al asturiano como si fuese un ente que quiere robar dinero público o quitar privilegios al castellano y nada más lejos de la realidad. En otros países de Europa las lenguas minoritarias son consideradas patrimonio inmaterial de los estados, por lo que me parece un error no protegerlas y no tratarlas como lo que son.
–¿Llevará el tema a Harvard?
–Mi objetivo es intentar acercar, en la medida que pueda, mi vida, Asturias y el asturiano a Harvard y Harvard a Asturias; a ver si lo consigo.
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