Rosa Álvarez, presidenta de la Asociación de Sordos de Oviedo: «Aún persiste la idea de que otros deben decidir qué necesitan las personas sordas»
«Contamos con cien socios sordos, pero en Oviedo aún queda camino por recorrer en cuanto a la visibilidad de nuestro colectivo»
Tan solo lleva unos meses en la presidencia de una asociación en la que, dice, «las personas sordas se sienten acompañadas y entendidas». Se trata ... de la Asociación de Personas Sordas de Oviedo (ASO). Para Rosa Álvarez es fundamental respetar el derecho de estas personas a decidir por sí mismas.
–¿Cuál es la labor fundamental de la Asociación de Personas Sordas de Oviedo (ASO) y cuáles son sus objetivos?
–Somos una entidad de referencia en la atención, representación y defensa de los derechos de las personas sordas o con discapacidad auditiva en Oviedo. Las protagonistas son las propias personas sordas con sus necesidades y realidades. Nuestro objetivo es garantizar la plena inclusión de todas ellas y eliminar barreras para que puedan ejercer sus derechos en igualdad de condiciones.
–¿A cuántas personas da servicio la asociación?
–Actualmente, contamos con más de cien socios sordos, además de socios colaboradores como familiares, amigos... que participan activamente en lo que hacemos. Además, atendemos de forma puntual a otras personas sordas que recurren a nosotros en momentos específicos. En realidad, en Asturias hay más de 20.000 personas con algún grado de discapacidad auditiva, pero no tenemos datos exactos de cuántas personas sordas hay.
–¿Cuáles son las barreras a las que se enfrentan las personas sordas en su día a día en una ciudad como Oviedo?
–Las barreras comunicativas siguen siendo las más frecuentes y persistentes. Nos encontramos con la ausencia de intérpretes en servicios públicos, la falta de subtitulación o intérpretes en actos o contenidos audiovisuales, y una escasa sensibilización del personal en distintos ámbitos como la administración, el entorno laboral o el educativo. Observamos que muchos servicios públicos municipales, como los que se prestan en centros sociales o programas dirigidos a personas mayores, no cuentan con recursos accesibles para personas sordas. Las actividades, talleres o gestiones administrativas que se ofrecen en estos espacios no están adaptadas, lo que genera aislamiento. A todo esto, se suma una barrera actitudinal, aún persiste la idea de que otros deben decidir por las personas sordas cómo deben comunicarse o qué necesitan. Es fundamental respetar su derecho a decidir por sí mismas, escuchar sus opiniones y reconocer que las propias personas sordas son quienes mejor conocen sus realidades y necesidades.
–Recientemente, hemos visto la implementación de algunas ayudas a la accesibilidad como la instalación de bucles magnéticos. ¿Cómo valoran esta iniciativa?
–La instalación de los bucles magnéticos es una medida que puede ser útil para algunas personas con discapacidad auditiva, especialmente aquellas que utilizan audífonos o implantes cocleares compatibles, pero no para todos lo son en la misma medida. La comunicación sorda es muy diversa y hay que lograr la accesibilidad para todos.
–¿Cuál ha sido la acogida que han recibido de los usuarios respecto a estos bucles magnéticos?
–Hay opiniones variadas, aunque la mayoría coinciden que estos sistemas no responden a sus necesidades reales. Creemos que, más allá de ampliar los bucles magnéticos, sería prioritario enfocarse en tecnologías y recursos que respondan a un espectro más amplio de necesidades. En edificios públicos, servicios municipales, teatros, centros culturales, centros de salud o hospitales, consideramos esencial incorporar recursos como intérpretes de lengua de signos, sistemas de videointerpretación y mensajería en tiempo real.
–La Lengua de Signos Española es cooficial y un pilar fundamental para la comunidad sorda. ¿Cómo valoran su presencia y reconocimiento en Oviedo?
–En Oviedo aún queda camino por recorrer en cuanto a su visibilidad y presencia en la sociedad. Aunque existen avances, como talleres básicos de lengua de signos en algunos centros escolares o actividades culturales accesibles, no son suficientes ni están dentro de las políticas públicas. Echamos en falta un compromiso más firme por parte de las administraciones para incluir la lengua de signos en todos los ámbitos. Cabe resaltar que es un elemento esencial de identidad, lengua y acceso a la información para la comunidad social y está reconocida legalmente como lengua propia de las personas sordas.
–¿Cómo ve el futuro?
–La verdad es que la asociación lleva casi cien años, lo que no solo simboliza una larga trayectoria en defensa de los derechos de las personas sordas, sino que es todo un orgullo y seguiremos.
–A nivel personal, ¿qué le impulsó a asumir la presidencia de la asociación?
–Siempre he colaborado de forma voluntaria. Con el paso del tiempo vi que había menos personas dispuestas a asumir responsabilidades, y me pregunté: ¿por qué no? Asumí la presidencia este enero y lo importante es que somos punto de encuentro para que todos se sientan comprendidos, reconocidos y acompañados.
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