Elsa Suárez Directora de Cáritas Diocesana de Oviedo
«Trabajamos para que la pobreza no sea una herencia que se transmite»
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Elsa Suárez Directora de Cáritas Diocesana de Oviedo
«Trabajamos para que la pobreza no sea una herencia que se transmite»Lleva tan solo tres años en el cargo. La directora de Cáritas Diocesana de Oviedo analiza la realidad social, marcada por una crisis de ... vivienda «casi inalcanzable y que afecta a todos», y el laberinto administrativo que atrapa a miles de migrantes. Frente a la imagen del mero reparto de alimentos, Elsa Suárez defiende un modelo centrado en la dignidad, el empleo y la ruptura del ciclo de la pobreza intergeneracional. Tras el pico de demanda que estalló entre 2021 y 2022, donde las peticiones de ayuda llegaron a aumentar un 20%, la situación parece haberse estabilizado. Sin embargo, «estabilizado» no significa resuelto.
–¿Cuál es la radiografía actual de la necesidad en Oviedo? ¿Ha cambiado el perfil de quien pide ayuda?
–La demanda ahora mismo está más o menos estabilizada, no hay los altibajos que vivimos en años pasados como 2021. Atendemos a los hogares, pueden entrar unos y salir otros, pero es una cifra constante, por desgracia. Lo que sí se nota es que la presión se concentra en las grandes ciudades, como Oviedo o Gijón, porque es donde viene la gente con la esperanza de encontrar un futuro, un trabajo y no se van a zonas rurales. Lógicamente, aquí hay más servicios y oportunidades. En cuanto al perfil, es muy claro: la mayoría de personas que atendemos en acogida, aproximadamente un 80%, son migrantes. Y de esos migrantes, un 60% están en situación irregular.
–Esa situación irregular es el primer gran muro...
–Exacto. Quiere decir que no tienen ni permiso de residencia ni de trabajo. Entonces, es muy complicado insertar a estas personas en el mundo laboral. Nosotros, desde nuestros programas de empleo, los asesoramos, les decimos cómo buscar trabajo a futuro, para cuando tengan su situación solucionada. Les ofrecemos formación en oficios como ayudantes de cocina, empleo del hogar o sociosanitario, pero poco más podemos hacer hasta que no regularicen sus papeles. Sin esos permisos, legalmente no pueden ser contratados y a veces es muy frustante esa situación.
–Mencionaba el trabajo como una de las principales demandas, la otra es la vivienda. ¿Cómo de grave es el problema?
–Es uno de nuestros principales retos. Al subir tantísimo los alquileres, el problema afecta a todo el mundo, pero para las personas que atendemos es especialmente grave. Nos encontramos con el fenómeno de los pisos que se alquilan por habitaciones, donde a lo mejor en un cuarto vive una familia entera. Eso no es vivir, eso no es un hogar y no lo queremos para nadie. Además, nos topamos con la desconfianza de los propietarios, y lo respeto, que recelan de que les estropeen los pisos o no puedan pagar. ¿Qué hacen? Piden unas fianzas abusivas, a lo mejor tres o cuatro meses por adelantado. Eso es inasumible para ellos, e incluso para nosotros es imposible atender a todo el mundo con esas condiciones. Es una manera de espantarlos. Tenemos serios problemas para que gente, que incluso está trabajando, pueda acceder a una vivienda, porque los sueldos de esos trabajos no llegan para afrontar estos costes. Es una situación muy común.
–A menudo, la imagen que persiste de Cáritas es la del reparto de ropa y alimentos. ¿Sigue siendo esa la realidad?
–Esa es la imagen que tiene casi todo el mundo, sí, y es una parte, pero justamente ahora mismo es secundaria en lo que hace Cáritas porque, además, esa necesidad ya la cubrimos perfectamente. Es mucho más importante todo el acompañamiento que hacemos a las personas. Tenemos el programa de personas sin hogar, con recursos como el albergue Cano Mata o pisos tutelados para quienes avanzan hacia la autonomía. Tenemos el centro CEA, un espacio de minimización de daños para personas con adicciones activas, donde buscamos contenerlos y cuidarlos con dignidad. Y uno de los más importantes, el proyecto Alba, centrado en menores y por supuesto en sus familias también.
–¿En qué consiste el proyecto Alba?
–Su objetivo es evitar que la pobreza se transmita de generación en generación. Que un niño haya nacido en una familia que en ese momento está en situación de pobreza no tiene por qué llevar ese estigma para siempre ni que ello le condicione para siempre. Intentamos ayudar a los menores y a sus familias para que no tengan esa carga, para darles las posibilidades de hacer otra vida. No es solo apoyo educativo, que también, sino un espacio para que se relacionen, socialicen y salgan de su entorno. Muchas veces hay que trabajar primero con las familias para mentalizarlas de que sus hijos no tienen por qué pagar sus problemas porque, además, tenemos el problema y el muro de las culturas. Hay que convencer a veces a las familias de que dejen a sus hijos salir de la pobreza y eso cuesta y mucho. Hay un gran trabajo detrás de grandes profesionales.
–Habla de programas complejos que requieren un gran esfuerzo. ¿Cómo se sostiene todo esto?
–Con la ayuda de muchísima gente. Con subvenciones, con la colaboración de empresas, del Ayuntamiento, que siempre se vuelca con nosotros y, fundamentalmente, con el voluntariado. Ahora mismo en Asturias somos 1.500 voluntarios. Desde la persona que está en recepción atendiendo una llamada desesperada, hasta abogados que ofrecen asesoramiento jurídico o profesionales que imparten formación. Sin ellos, sería imposible. Si tuviéramos que pagar a esas 1.500 personas, no sería viable. Por eso, una de las mejores formas de ayudar no es solo donar económicamente, que es vital, sino hacerse voluntario. O simplemente, conocer lo que hacemos de verdad, entrar en nuestra web, en nuestras redes, y contarlo.
–¿Cuál es el mayor logro, esa satisfacción que da sentido a todo?
–Nuestro mayor logro es cuando conseguimos que una persona encuentre un trabajo. Cuando nos llaman y nos dicen: «Gracias, ya estoy trabajando en no sé dónde, he conseguido un hogar». Eso es... (se emociona). Es para lanzar fuegos artificiales. Porque nosotros no queremos que la gente se acostumbre a la ayuda, queremos darles las herramientas para que tengan su propia vida. Eso es lo que les devuelve la dignidad. Incluso tenemos gente que ha salido de la situación complicada y ha vuelto para hacerse voluntario porque con el ejemplo se predica.
–¿Qué futuro le gustaría para Cáritas?
–Yo siempre digo que la mejor noticia que podríamos dar es que Cáritas ha cerrado, que desaparece, porque eso significaría que ya no seríamos necesarios, que todas las necesidades estarían cubiertas. Ese es el verdadero futuro que deseamos. Mientras tanto, seguiremos trabajando para que la vivienda sea más accesible, para que la gente pueda trabajar con dignidad y para que la pobreza no sea una herencia.
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