Faustino, el homicida de Vizcaya, alegó que mató a su mujer e hija «para evitarles calamidades»
Trasladado ayer a calabozos tras recibir el alta, confesó el doble crimen a familiares, a quienes explicó que «los negocios iban mal»
ainhoa de las heras
Viernes, 13 de marzo 2020, 04:56
Después de degollar a su mujer y a su hija en el chalé familiar del barrio Sanfuentes de Abanto, Faustino M.S., de 60 años, confesó el doble crimen al dueño de un bar que frecuentaba en Santurtzi y a varios familiares, entre ellos una hermana. A sus parientes les explicó que «los negocios iban mal» y que había matado a Miren, de 56 años, y a la hija de ambos, Paola, de 24 años, «para evitarles calamidades», en palabras textuales, según ha podido saber este periódico.
Después, se refugió en unos trasteros de su propiedad en la calle Bizkaia de Portugalete, donde intentó suicidarse ingiriendo una gran cantidad de pastillas. Sobre las cuatro y media de la tarde, cuando agentes de los 'Bizkor', unidad de intervención territorial de la Ertzaintza, irrumpían en los camarotes, el presunto parricida se encontraba en estado de semiinconsciencia, por lo que fue atendido por sanitarios y evacuado en una camilla. Después, una ambulancia le trasladó hasta el hospital de Cruces, donde permaneció toda la noche recuperándose. Desde las siete de la mañana de ayer, cuando se le leyeron sus derechos como detenido, se encuentra en los calabozos de la comisaría de Muskiz, a la espera de ser trasladado a disposición judicial.
Agentes del Servicio de Investigación Criminal Territorial de Bizkaia (SICTB), que se encargan del caso, continuaban ayer con las diligencias. Los investigadores tienen que reconstruir las últimas horas con vida de las víctimas. Según los primeros indicios recogidos durante el levantamiento de los cadáveres, el presunto homicida degolló a ambas con un arma blanca, que fue encontrada en la vivienda, ubicada en la avenida de Los Chopos, en el barrio Sanfuentes de Abanto.
A la esposa la había atado las manos y colocado un trapo en la boca, probablemente para que no se escucharan sus gritos. Después, la tapó con mantas. La mató en el salón. A la hija también le hundió el cuchillo en el cuello en su habitación, ya en la planta superior. Nadie en su entorno se explica el doble asesinato. Miren trabajaba como ingeniera y Paola estudiaba Derecho Económico en la Universidad de Deusto. Ninguna de las dos llegó ayer a sus obligaciones. El 'Seat Ibiza' amarillo de la madre ni siquiera se movió de Sanfuentes. Estaba aparcado junto al chalé cuando descubrieron los cadáveres. «Desde ayer (por el miércoles) me están temblando las piernas. Todavía no me entra en la cabeza. No lo entendemos ninguno», confesaba ayer el dueño del gimnasio Artetxe de Santurtzi al que solía acudir Faustino, que le conocía desde hace más de diez años. «No venía desde diciembre, se había dejado, era poco constante. Había cogido peso. Le gustaba mucho comer, no se privaba de nada». Lo suyo eran «las pesas, el culturismo», pero también era un hombre «muy correcto y culto, sabía mucho de Filosofía, estuvo incluso dando clases en Deusto». «Todas las noches leía una o dos horas en la mesa de su despacho». Aunque sin dar demasiadas explicaciones, Faustino sí le había revelado que en la inmobiliaria, que había abierto con su excuñado hacía unos meses, «las ventas no iban bien. Los dos socios solían tomar «un vinito y una piparra» en los bares de la calle Juan XXIII de Santurtzi. «Es un chico muy majo, nunca hubiera dicho que es un asesino», admite la dueña de un local.