'Enamorado de mi mujer', Adriana Ugarte es la novia de Gérard Depardieu

La parte de la infancia que todavía permanece en el adulto, la habilidad intacta para soñar, es lo que inspira 'Enamorado de mi mujer', según cuenta su artífice, Daniel Auteuil, autor de 'Marius' y 'Fanny', al que le desconcierta «ese misterio que constituye la estabilidad de una pareja. Admiro la inteligencia de las mujeres porque saben gestionar tan bien nuestra ineptitud».

Un editor de amplia trayectoria, encarnado por el propio director, invita a un colega a cenar con su pareja. Ante su sorpresa aparece con una bella muchacha. Él es Gérard Depardieu y su acompañante Adriana Ugarte, mucho más joven, con lo cual el desconcierto está servido.

La conocida actriz española «podría ser la protagonista de una película de Buñuel como Ese oscuro objeto del deseo», exclama Auteuil. «Sabe desdoblarse para interpretar las dos facetas del mismo personaje, mitad ángel, mitad demonio. Le pedí a Gérard que imaginara que Adriana representaba lo que era Catherine Deneuve en El último metro o Fanny Ardant en La mujer de al lado». Sandrine Kiberlain («Amar, beber y cantar») cierra el casting como media naranja del perplejo anfitrión, quien osa fantasear con tener una aventura con la novia de su amigo.

'Enamorado de mi mujer' es «un paseo durante el cual nos danos cuenta que nuestras vidas están repletas de debilidades, confusión, de paisajes sin líneas rectas donde es más interesante engañarse a sí mismo para sobrellevar nuestra propia vida... a fuerza de soñar», cuenta Auteuil, cuya máxima intención es hablar de la amistad con la excusa del amor.

Para Ugarte compartir plano con Depardieu ha sido una experiencia increíble, un sueño realizado: «Gérard es muy conocido en España», relata. «De pequeña veía muchas películas francesas con la familia, incluidas las de Gérard. Cuando supe que iba a trabajar con él, no me lo podía creer... Desde nuestro primer encuentra supe que no me decepcionaría: supe inmediatamente que me sentiría a gusto con él, como si nos conociéramos de toda la vida. Compartimos la pasión por la lectura y tuvimos grandes conversaciones sobre literatura, sobre el amor... Además, Gérard es una persona tremendamente observadora: ¡Lo mira todo, lo ve todo, es increíble! Su habilidad para retener el más mínimo detalle es sorprendente...».

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