Un extraño mundo
Crítica TV ·
Es como la voz grave y profunda de Gandalf que anuncia tiempos oscuros antes de dibujar una difícil y luminosa salidaEn el primer episodio de 'Star Trek: Nuevos y Extraños Mundos', el capitán Pike y la tripulación del Enterprise terminan en un planeta a punto ... de iniciar una guerra total. La misión debe respetar la orden de no interferir en sistemas que todavía no han alcanzado un desarrollo tecnológico equiparable al de la Federación de Planetas. Sin embargo, el capitán Pike decide hacer algo porque ese planeta le recuerda mucho a la Tierra de los libros de Historia, es decir, la Tierra del siglo XXI, el siglo en el que nos matamos unos a otros en la Tercera y la Cuarta Guerra Mundial para terminar cercenando la vida de millones de personas y borrando del globo una porción completa de los Estados Unidos de América.
Veo las paredes, las pantallas, los puños, los ojos, los hogares al rojo vivo. Noto la tensión que se acumula en el cemento de las calles, en las nubes, en el almuerzo, en los conciertos y en todas las cosas vivas y muertas que nos rodean. Es como la voz grave y profunda de Gandalf que anuncia tiempos oscuros antes de dibujar una difícil y luminosa salida. Yo pertenezco al grupo de idiotas que sigue creyendo en ese puntito de luz, por diminuto que sea. Creo en las historias. Creo que, fíjense que ingenuo, un capítulo de 'Star Trek' podría hacer que alguien pensara por un momento que no tiene ningún sentido odiar tanto, matar tanto.
Recuerdo esa escena de 'Andor' en la que Mon Mothma se enfrentaba al senado con un discurso revelador –y rebelador–: «La destrucción de la verdad es el triunfo definitivo de la maldad. Cuando la verdad nos abandona, cuando la dejamos escapar, cuando nos la arrebatan de las manos, quedamos a merced del monstruo que tenga el rugido más fuerte». Somos tan ingenuos.
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