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Marina Abramovic y María de Corral, en el escenario del Jovellanos, con una imagen de la ópera 'Seven deaths of Maria Callas' al fondo paloma ucha
Premio Princesa de las Artes

Premio Princesa de las Artes | Confesiones de Marina en la cocina

La artista serbia se ganó una sonora ovación del público que llenó el aforo del Jovellanos para escuchar el cómo y el porqué de sus obras

m. f. antuña

Martes, 19 de octubre 2021, 22:48

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Empecemos por el final. En un Teatro Jovellanos con el aforo completo y rendido a su valentía e ingenio, alguien del público le pidió a Marina Abramovic un consejo para quien quiera ser artista. Y lo tuvo claro: «No se puede querer ser artista, o se es o no se es, hay que llevarlo en el ADN». Hay que buscar no dinero ni fama, sino iluminar al ser humano y hay que: «Ser uno mismo, no seguir tendencias, enamorarse de lo que uno hace y no tener miedo a nada ni temer a lo que digan los demás».

Eso ha hecho ella en una vida dedicada a la 'perfomance' en la que ha mirado y se ha dejado mirar, se ha herido y se ha dejado herir y se ha entregado al placer de crear. En el Jovellanos, que reprodujo la cocina de la Laboral en la que trabajó en 2009 para 'The Kitchen. Homage to Saint Therese', fue narrando, con la crítica de arte y comisaria María de Corral como guía, cómo se hicieron las 'performances' más emblemáticas de su carrera. Empezando precisamente por el proyecto realizado en Gijón. Relató su pasión por la santa de Ávila y cómo quiso reproducir aspectos de su biografía, como esa levitación en la cocina. Luego salieron en pantalla y en palabras 'Art must be beautiful, the artist must be beautiful', que juega con la ironía para decir exactamente todo lo contrario. «No me gusta la idea de que el arte tiene que ser bonito, tiene que ser perturbador, plantear preguntas». Ella se cepilla el pelo con un cepillo metálico y se hace daño a sí misma. En 'Rest Energy', su pareja Ulay y ella sostienen durante cuatro minutos y diez segundos un arco tensado con una flecha apuntándole a ella al corazón. Quería Abramovic hablar de esa energía que nos hace sobrevivir. No fue fácil esa pieza, como tampoco lo fue 'The Onion', en la que se se come una cebolla y pela así «las capas de la vida». Tres cebollas se tuvo que zampar para grabar el vídeo. En la primera falló el sonido, en la segunda la luz y a la tercera fue la vencida. Llegaron después 'Golden Mask', con el papel de oro moviéndose por su cara al ritmo de la respiración, 'Confession', en la que relata sus pesares a un burro, y 'Rhythm' 10, 5 y 0, en las que afronta juegos transgresores y hasta peligrosos. En la última de ellas, se convirtió en objeto en manos del público al que le permitió usar 72 objetos en ella, incluida una pistola. Seis horas duró la pieza.

Pero una de las más emblemáticas y conocida fue 'The artist is present', que la tuvo en Nueva York ocho horas al día durante tres meses mirando a quien quisiera mirarla a ella, sentada en frente. Sin hablar ni tocar. «Esto me cambió la vida a mí y probablemente a ellos también». Fueron unas 8.500 personas las que tomaron parte en la experiencia.

Habló Marina Abramovic de la ópera 'Seven deaths of Maria Callas' -«elegí a la Callas porque ella muere de amor y por amor, como en las óperas»- que estará pronto en Barcelona y se refirió a su último proyecto, realizado en Babyn Yar, en Ucrania, la fosa común más grande del mundo, donde se estima que hay enterradas más de 100.000 personas, judíos, gitanos, enfermos mentales, homosexuales... El 'Muro de cristal del llanto' es el nombre del memorial que Abramovic ha hecho allí. «Yo no hago monumentos», advirtió Abramovic, que aceptó este proyecto por lo conmovedor que resulta. «Hice un muro de 40 metros de largo y 40 toneladas de carbón e inserté cristales de Brasil que, con el brillo del sol, generan efecto de arco irís».

Esto es lo último para ella, que augura un arte futuro más virtual y performativo y alejado del objeto. No cierra puertas. Su consigna es siempre no repetirse y atreverse: «Mi eslogan es si usted me dice que no se puede, yo lo hago». La ovación final fue agradecida y prolongada.

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