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Juan Luis Arsuaga, ayer, en el Reconquista. ÁLEX PIÑA

«Ante la muerte, yo soy de los de: 'Pon el cava a enfriar'. Me preocupa más la calidad de vida»

Juan Luis Arsuaga Catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense ·

«La covid evidenció la importancia de la ciencia, pero no aumentaron los fondos para investigación y falló la coordinación entre los países de la UE»

AZAHARA VILLACORTA

OVIEDO.

Miércoles, 15 de junio 2022, 02:03

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«Nos encantaría descubrir que cada especie tiene un reloj biológico en sus células, porque, de existir ese reloj y si fuéramos capaces de dar con él, quizá pudiéramos pararlo y de ese modo volvernos eternos», le plantea Juan Luis Arsuaga (Madrid, 1954) a Juan José Millás en 'La muerte contada por un sapiens a un neandertal' (Alfaguara), el último libro firmado al alimón por el paleontólogo y el escritor, en el que la ciencia se entrelaza con la literatura. El codirector del Equipo de Atapuerca, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica 1997, y doctor en Ciencias Biológicas, es uno de los miembros del jurado encargado de fallar a mediodía de hoy el galardón.

-Su libro es un bombazo. ¿Por qué nos atrae tanto la muerte?

-Es que la muerte es apasionante. A ella sí que habría que darle un premio, porque, en cierto modo, está rondando muchas especialidades. Es un misterio biológico que tiene un componente cultural, filosófico... La muerte es la primera pregunta de la evolución humana. Somos la especie que se hace preguntas. Los animales no se las hacen.

-Vamos al aspecto filosófico entonces.

-Ante la muerte, caben tres posturas. Una es la de confiar en otra vida donde se haga justicia, porque todos vemos la injusticia de esta. Y luego está la postura estoica: la aceptación, la dignidad...

-¿La tercera es la suya?

-Sí. Epicuro. Yo, ante la muerte, soy de los de: «Pon el cava a enfriar». Disfruta de la vida, de la gente... y haz el bien, porque es lo más satisfactorio. Pero, como biólogo, no hay nada más satisfactorio que la muerte. Hombre, me preocupa la mía, la de mis amigos... pero me resulta fascinante como fenómeno biológico. Lo mismo que, para un geólogo, un terremoto es apasionante como fenómeno tectónico. Mata gente, pero, en sí mismo, es impresionante. Y del conocimiento de ese fenómeno derivarán consecuencias beneficiosas.

-Distinguen entre la muerte de fuera y la de dentro.

-Los científicos nos preguntamos por qué envejecemos, por qué se produce la obsolescencia, el deterioro de los órganos... Es la muerte que viene de dentro. Y la de fuera es, por ejemplo, la que se produce en una guerra o en un accidente de coche.

-Han cambiado los porcentajes. Cuente.

-Así es. Por ejemplo, antes no nos daba tiempo a morirnos de la de dentro porque nos moríamos de la de fuera. Y, de hecho, estamos poco a poco eliminando la muerte que viene de fuera. La mortalidad infantil es el mejor ejemplo: antes, los niños se morían de infecciones. Lo que sí hemos hecho también es mejorar la calidad de vida, que es lo que nos debería preocupar: más la calidad de la vida que su prolongación. Y en eso los avances son increíbles. Yo siempre pongo un ejemplo que me parece muy importante y es que tengo muchos amigos y familiares que se han operado de cataratas. Les han puesto una lente artificial y ven mejor que yo. Pues, hace una generación, esas personas estarían ciegas. La vida es el problema, no la muerte.

-Le cito: «La vida no puede ser trabajar toda la semana e ir el sábado al supermercado».

-De ninguna de las maneras. Hay que tener, como mínimo, sueños. Yo siempre pregunto: «Antes de dormirte, ¿cuál es tu último pensamiento?». Tu último pensamiento tiene que ser un sueño.

-¿Cuál es el suyo?

-Esnórquel. Ahora que se acerca el verano, como no vivo en la costa, me meto en la cama y me imagino que estoy buceando. Pregúntate: cuando te vas a dormir, las últimas imágenes que se forman en tu cerebro, ¿de qué son? Porque hay gente cuyas imágenes son de problemas gordísimos. Y vaya por delante que hay gente que de verdad tiene problemas gordísimos y que yo me puedo permitir el lujo de soñar con el esnórquel porque no tengo ninguno que me angustie.

-¿El coronavirus sí ha llegado para angustiarnos aún más?

-Nos hemos dado cuenta de que somos frágiles y de la importancia de la ciencia, pero no parece que se haya multiplicado el presupuesto para investigación. Y también hace falta coordinación internacional. Europa no se ha comportado como un solo país en esta pandemia. Tenemos que avanzar en eso.

-¿Y tendremos que acostumbrarnos a las pandemias?

-No. Porque, para empezar, se secuenció el material genético muy rápido. Compárese con lo que ocurrió hace cien años, con la gripe, cuando no se sabía cómo funcionaba un virus, y ahora rápidamente se ha secuenciado, se ha encontrado una vacuna... La respuesta es mucho más rápida, pero no solo eso: si somos capaces de desarrollar los mecanismos de detección, colaboración y cooperación, la próxima será menor.

-¿Qué le pareció la ola negacionista?

-Podemos hacer chistes sobre ellos y son un incordio. Como espectáculo, es penoso, pero no nos quedemos con la excepción: quedémonos con la regla. Y, en España, el porcentaje de vacunados es casi del cien por cien. Negacionistas hay cuatro y también se han vacunado.

-Mejor volvamos a las preguntas. ¿Qué se pregunta usted en el terreno científico?

-Si hay vida en otros planetas. Porque no hace mucho ni siquiera se conocía la existencia de planetas extrasolares y ahora sabemos que un número elevadísimo, miles, están en la zona de habitabilidad, podrían albergar vida. Dicen que en diez años lo sabremos. Pongamos veinte. Eso es factible. La pregunta es: ¿Estamos solos o no? Yo pienso que es muy difícil, aunque, si tenemos 5.000 planetas localizados, puede haberla en uno. Otra cosa es que nos podamos comunicar con ellos. Eso sí que no lo espero, que vengan los extraterrestres. Aunque podría ocurrir que un día bajasen. Sería la bomba y me encantaría, pero no creo que suceda.

-En su libro se cuestionan incluso por qué tenemos sexo.

-Esas son cosas de Millás, que todavía no asimiló que somos una especie biológica. A la gente que tiene una formación de letras cuesta mucho trabajo hacerle ver que somos un mamífero, con un 99% de genes compartidos con un chimpancé. Es que la gente se hace unas preguntas... ¿Por qué tenemos sexo? Pues porque somos mamíferos. Esas preguntas filosóficas que se hace Millás jamás se las haría un biólogo. Yo lo tengo clarísimo.

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