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Barry C. Barish y Rainer Weiss. ALEX PIÑA

«Nos encantaría ver la cara que pondría Einstein al ver nuestra investigación»

Rainer Weiss y Barry C. Barish - Físicos ·

«Nos hemos dedicado a tratar de detectar ondas gravitacionales durante mucho tiempo sin tener galardones porque creemos y sentimos la ciencia»

M. F. ANTUÑA

OVIEDO.

Miércoles, 18 de octubre 2017, 03:16

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Sonrientes, felices, afables, amables, Rainer Weiss y Barry C. Barish tienen en su haber el doblete del Nobel y el Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica (junto Kip S. Thorne y el LIGO en el caso del premio asturiano) pero no cambian ni un galardón ni otro por el inmenso placer que les da la física. El reto de saber y descubrir no tiene precio: «¿Cuántas personas en el mundo conoce que les encante hacer lo que hacen? Eso nos ocurre a nosotros», afirma Rainer Weiss, que luce camiseta gravitacional bajo la americana y no escatima en sonrisas. Su colega, Barry C. Barish, tampoco duda. Los premios están muy bien, pero el placer que da la investigación está muy por encima: «Nos hemos dedicado a esta cuestión durante mucho tiempo sin tener galardones, porque creemos y sentimos la ciencia y cuando sucede es algo increíble», subraya el científico estadounidense.

Ambos saben que, pese a que el espacio y el tiempo se doblan, como predijo su admirado Einstein ya en 1915, no va a ser posible construir una máquina del tiempo que les permita reunirse con él y comentar la jugada -«el tiempo avanza en una sola dirección, no va a ser posible», aclara Barish-, pero sí saben del empeño y del perfeccionismo de Einstein que corrigió varias veces su teoría desde 1915 a 1936, pero nunca dio por cierta la existencia de los agujeros negros y dejó escrito con claridad meridiana que no creía que se pudiera llegar a probar la existencia de ondas gravitacionales. De modo que: «Si levantara la cabeza, sería maravilloso que se enfrentara a esta cuestión por la que hemos recibido el Nobel de Física, porque ahora hemos descubierto estas ondas y las podemos medir, es algo tangible, directo, y la fuente de las ondas es un agujero negro. Nos encantaría poder ver la cara que pondría al ver nuestra investigación», afirma Rainer Weiss.

Fue también Einstein quien dejó para la historia una de esas frases de las que son esclavos sus sucesores: «No habrás entendido realmente algo hasta que seas capaz de explicárselo a tu abuela».

«Con la primera detección de ondas, no sentimos alegría, sino preocupación»

-¿Ustedes podrían hacerlo?

Barry C. Barish: -Es difícil, porque mi abuela ya está muerta (Risas). Es complicado. Cuando intentamos explicar sin el tipo lenguaje que nosotros empleamos lo que son las ondas gravitacionales puede que tengamos éxito, pero no estamos haciéndolo de la forma adecuada. Pero la idea más sencilla para transmitir lo que significa nuestro trabajo es que nosotros experimentamos o vivimos las ondas electromagnéticas, las de radio, de luz, todos entendemos que el mundo físico alrededor de nosotros tiene interacciones electromagnéticas, y desde la teoría de la relatividad de Einstein se identificaron las ondas gravitacionales. Estas ondas son muy débiles y es muy difícil extraer su energía, por eso nos ha llevado cien años y ha sido muy difícil detectarlas. De hecho, después de la teoría de Einstein otros teóricos no aceptaron la idea y les llevó 20 años, hasta el 1956, hacerlo. Luego empezamos nosotros a trabajar y hasta aquí hemos llegado.

No es sencillo. Pero es una ventana abierta al universo. Y es, a su juicio, más fácil de entender que el bosón de Higgs, cuya constatación también recibió el Princesa de Asturias. «Aquí hay masa, hay sustancia, es más fácil de entender que el concepto del bosón de Higgs», afirma Barish. Su colega también reflexiona al respecto: «Por razones que yo no puedo explicar, el anuncio que se hizo hace año y medio, se ha entendido muy bien por parte del público, quizá porque se asoció con una persona muy famosa como es Einstein. Cuando preguntas quién conoce a Einstein en un colegio, todos levantan la mano. No se entendió de una manera profunda, pero la idea de que hay una onda gravitacional que contrae y expande el espacio se entiende bien, es como estirar una goma, es algo muy tangible».

Ellos lo entienden y lo viven con pasión y también con su punto de sufrimiento. Porque incluso aquella primera vez que por fin se detectaron las ondas gravitacionales, no hubo una celebración, una alegría desmedida. «En nuestra colaboración trabajan un millar de personas, y algunos tuvieron una alegría instantánea, un momento eureka, pero nosotros no, estábamos preocupados, no sabíamos si nos estábamos equivocando. Cuando estabamos convencidos y preparamos el trabajo para publicar, lo enviamos a la revista a finales de 2015, pero no lo podían revisar hasta después de Navidad. Y entonces, justo el día después de Navidad, el 26 de diciembre, detectamos el segundo evento, y entonces la reacción fue de alivio, porque eso nos convenció de que era real», recuerda Barry C. Barish. Weiss confirma con la sonrisa y la mirada lo que narra su compañero y solo añade el final: «¡Yo solo dije 'gracias a Dios!'».

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