Meryl Streep. Premio Princesa de Asturias de las Artes 2023
«Nadie hace nada en Hollywood a menos que vaya a ganar dinero»Dos mil personas disfrutaron y ovacionaron a Meryl Streep y Antonio Banderas en su charla de colegas y amigos
Fue una charla de amigos y colegas, de compañeros de oficio que se han visto las caras en dos películas y saben lo que ... es el amor al teatro y al cine. Fue un disfrute para las dos mil personas que abarrotaron el Palacio de Congresos de Oviedo para asistir al mano a mano 'Sin guion' -así se tituló- de Antonio Banderas y Meryl Streep. Comenzó él presentándola a ella, casi sin palabras más allá de las obvias sobre su «increíble carrera» y poniendo el foco en el ser humano que es «cercanía» en el set de rodaje. Y entonces llegó ella y la ovación que ya había recibido Banderas se multiplicó. Corrió hacia él, lo abrazó, abrazó al público con mil gestos, lanzó besos, se llevó las manos al corazón y acabó tumbándose cómodamente en el sofá, arrancando así la primera de las sonrisas de una tarde noche para el recuerdo.
Empezó Banderas guiando la conversación hacia sus padres, los que le llevaban a él y a su hermano en Málaga al teatro; en casa de Meryl, contó ella, era su madre la que periódicamente viajaba con sus hijos a Nueva York con ese fin. «El amor de mi madre por el teatro me lo trasladó a mí». Siempre ha estado ahí, por mucho que ella tuviera durante muchos años una relación «de tira y afloja» con la interpretación. En algún momento pensó que era solo algo frívolo, luego entendió que no, que había mucho que contar, que decir y al final empezó «a sentir esa conexión» que la ha llevado a ser una de las grandes. «El apetito, las ganas de expresarte, son esenciales para ser una artista», dijo. Habló después de ese ejercicio de «desbordarse» que es interpretar, ese dejarse ir en otro ser. «La ficción es un lugar seguro para poder estar loco, para explorar con los límites, el trabajo consiste en imaginar lo peor y lo mejor, la luz y la oscuridad», confesó una Meryl Streep a la que sus 74 años no le han dado la seguridad de plantarse en el set de rodaje y saber que saldrá bien. «Hay que llegar al plató, mirar a los ojos del otro, estar, vivirlo, escuchar y actuar». Es casi un mantra esa frase para la Princesa de las Artes. Y si las cosas no salen bien, se va al baño y se enfada consigo misma: «No hay nadie con quien pegarte más que contigo».
Hubo en la conversación espacio para hablar del mutuo amor al teatro, de aquellos años de 'La fierecilla domada' de Shakespeare en el llamado Teatro Público de Nueva York, que es en realidad privado. «¿Por qué en EE UU no hay un teatro nacional?», interrogó Banderas. Ella hizo gala de humor y mordacidad: «Porque no hay ninguna América, es un país políglota en el que nadie está de acuerdo en nada y el gobierno ni siquiera funciona», dijo, sin obviar que esa cultura europea, más antigua, se nutre de otros referentes de los que su país carece.
«El teatro es tú y el público; en el cine, no sabes lo que va a pasar», dijo Banderas, y ella confirmó que el cambio es sustancial, y que ese don del teatro de no ser nunca igual es un puro placer. «Es como un gran poema, el cine fue difícil para mí al principio», reconoció la actriz.
Planteaba Banderas el papel que tienen los intérpretes, cómo una película puede cambiar en cierto sentido el mundo, como hizo 'Philadelphia', necesaria a su juicio en su momento. Habló de cómo la presencia de actores latinos en Hollywood abrió nuevos mercados y dio un cierto poder a esa comunidad. Pero ella ahí no coincidió: «Nadie hace nada en Hollywood a menos que piense que va a ganar mucho dinero». Sin contemplaciones.
Se refirió Meryl Streep a personajes como el del 'El diablo viste de Prada', con el que empatizaron los hombres con su poder. Bromeó con que nadie empatizaba con el rol de Margaret Thatcher por muy poderosa que fuera, que con ella mostró que todo el mundo tiene «que enfrentarse a las decisiones de su vida» y se puso seria, pero que muy seria, a la hora de hablar de la inteligencia artificial: «Dicen que lo va cambiar todo y creo que va ser antes de lo que pensamos», afirmó la actriz. Ya en materia cinematográfica, reconoció que a buen seguro no se necesitarán actores, que se podrán crear imágenes que jueguen ese rol. Pero, he aquí la cuestión: «¿Querrá el público eso? ¿Va a querer criaturas imaginarias o van a querer seres humanos?». Ella tiene su propia respuesta: «Tenemos que volver al teatro. Necesitamos teatro y eventos en directo». Banderas remató: «Pueden inventar todos los hologramas, pero un grupo de personas contando una historia a otros siempre será interesante».
En su periplo por la interpretación y la vida, hubo también tiempo para confesiones íntimas. Al principio de la charla fue Meryl quien reconoció que no se lleva bien con todo lo que supone ser una celebridad; Banderas, ya en el tramo final, habló de su infarto y cómo le cambió el chip, no solo en lo personal: «Sin el ataque al corazón no podía haber hecho 'Dolor y gloria'».
Todo lo dicho, todo lo hablado, todo lo relatado y todo lo aplaudido largo y tendido, para concluir que su arte, el de ser otros, no siempre tiene respuestas: «Es algo misterioso».
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