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Cuando un deportista sube a un podio olímpico, ha explicado la que será la pregonera del Descenso Internacional del Sella el 9 de agosto, hay ... una mención a cuatro años de trabajo, de sacrificio. En su caso, asegura, fueron muchísimos más. El mundo de la vela en España le debe mucho a Theresa Zabell ( Ipswich, Inglaterra, 1965), que dio a conocer este deporte en nuestro país gracias a sus éxitos deportivos. La regatista, campeona olímpica en Barcelona 92 y Atlanta 96, será la encargada de leer este año los versos que compusiera Dionisio de la Huerta.
–¿Cómo se enteró?
–Tuve una conversación hace unos meses con un buen amigo, Jose Pérez, presidente del Grupo Recyclia, y me pidió permiso, digamos, para proponerme como pregonera. Le contesté que nada me podría hacer más ilusión. Y lo hizo. Hace una semana o así hablé con la organización y ya lo cerramos.
–¿Cuál fue su reacción?
–De orgullo, de privilegio. Me hizo mucha ilusión porque nunca he ido al Descenso, pero sí tengo muchas ganas de hacerlo. Es una de esas cosas que tengo en mi lista de cosas por hacer: ir un año al Sella. Así que este año se va cumplir ese sueño.
–¿Ha bajado en piragua el Sella?
–Aún no. Eso tendrá que ser en otra ocasión. He hecho algo de piragua, pero en el Sella, nunca. Pero me animaré. Cuando dé el pregón no será posible, pero en otra ocasión.
–¿Viaja a Asturias con frecuencia?
–Voy bastante. Soy una enamorada de Asturias. Además, participo como jurado del Princesa de los Deportes, tengo grandes amigos, y, por otro lado, mi fundación, la Fundación Ecomar, también realiza actividades en el Principado. Siempre es una alegría ir.
–Supongo que aprovechará para disfrutar de alguna cosa más...
–Sí, sí. Mi intención es quedarme tres o cuatro días, ver a amigos y disfrutar de esa maravillosa tierra.
–¿Es consciente de la responsabilidad de ser la pregonera?
–Aún creo que no. De hecho, este lunes me llamó Javier Hernanz, presidente de la Federación de Piragüismo, y me estuvo contando. Me dijo que era un honor muy grande para los asturianos. También para mí.
–¿Qué radiografía hace del deporte español actual?
–A nivel general, lo veo bien. Tenemos grandísimos deportistas. Y eso es motivo de orgullo. Yo creo que hubo un antes y un después de Barcelona 92. Fue un claro punto de inflexión. En ese momento se empezó a meter dinero en el deporte y se comenzó a planificarlo. Aquel legado, a nivel técnico, de preparación..., aún se está disfrutando treinta y pico años después.
–Sigue siendo la única mujer española con dos oros olímpicos.
–Sí. En cambio, hay cinco hombres. Entre ellos, Saúl Craviotto. Ojalá alguna mujer más lo consiga. Querrá decir que nuestro deporte goza de buena salud.
–Sus éxitos no se quedan ahí. ¿Le abruman los reconocimientos?
–Sí, mucho, pero no vives el día a día dándole vueltas a esas cosas. Piensas más en lo que tienes que hacer que en lo que has hecho. Ahora mismo, miro hacia adelante, ilusionada en seguir cumpliendo etapas y consiguiendo hazañas. Esta vez no en forma de medallas, sino de hitos buenos para la sociedad.
–Hablan de usted como la persona que empezó a cambiar la historia de un deporte como la vela.
–Yo he puesto mi granito de arena, pero otros regatistas, también. No olvidemos que el primer español en ganar dos oros en España fue Luis Doreste. Es cierto que jugué un papel importante en intentar luchar por un cambio, sobre todo para las mujeres, tanto durante mi etapa deportiva como una vez retirada.
–En aquellos años la mujer competía en desigualdad.
–En mi primera etapa, cuando aún era una adolescente, no es que compitiéramos en desigualdad, es que no podíamos ni competir. Poco a poco, a nivel de cuota de participación, se ha resuelto. Ahora estamos luchando por conseguir que más mujeres lleguen a la dirección.
–Los resultados femeninos son, a veces, mejores que los masculinos.
–Sí. En varios Juegos así ha sucedido, lo cual es una gran noticia. Pero, luego, es cierto que llegas a la dirección del deporte, tanto a nivel nacional como internacional, y son muchos más hombres que mujeres.
–Fue eurodiputada en el Parlamento Europeo, vicepresidenta primera del Comité Olímpico Español, algo que nunca mujer había ocupado hasta entonces...
–Todas las mujeres anhelábamos cambios y el poder estar y hacer cosas. Y, cuando llegó el momento de poder formar parte de esos cambios, había que dar un paso adelante. Fuimos varias las que lo hicimos. Eso es una gran demostración, de cara a las que vienen detrás, de que hay que involucrarse.
–Muchos no sabrán que nació en Ipswich, Inglaterra, y que después se trasladó a Canarias y Málaga.
–Es algo de lo que no hablo mucho porque no me acuerdo mucho. Salí de Inglaterra con un año y algo y los primeros recuerdos que solemos tener es a partir de los cuatro o cinco años. Es una etapa desconocida para mí.
–Usted lavó coches, cuidó niños... para financiar sus viajes.
–Una se buscaba la vida. Cuando gané mi primer Campeonato de España, yo me volví para mi casa. Daba por sentado que no había mundial para chicas. Mi gran sorpresa fue cuando, dos o tres meses después, descubrí que sí lo había habido y que lo había ganado una regatista sueca. Cuando pregunté por qué yo no había ido a los directivos de mi club, me dijeron que no había dinero para nosotras. Y, efectivamente, era así. Decidí que, como era solo un problema de dinero, lo iba a conseguir. Me pasé todo el invierno lavando coches, cuidando niños, dando clases... Y todo iba a una hucha. Pero lo importante fue que, al año siguiente, viajé al Mundial de Holanda. En mi mochila llevaba una tienda de campaña que tenía unos cuantos agujeros porque no se me ocurrió abrirla antes. Así fue como me fui abriendo camino.
–Dice en sus vídeos que hay muchos que se dejan llevar por el viento, la corriente, y que pierden lo que son sus sueños.
–Muchas veces tenemos un sueño de querer hacer algo, pero, si no le ponemos fecha y lo convertimos en un objetivo y trazamos un plan, será solo eso, un sueño.
–¿Ha cumplido todos los suyos?
–Sí, sin duda. Siempre animo a las personas a decidir qué es lo que quieren hacer y ponerse rumbo a ello. Pero primero uno tiene que decidir a dónde va y qué es lo que quiere conseguir. En mi caso no puedo estarle más agradecida a la vida por todas las oportunidades que he tenido y todo lo que he podido conseguir.
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