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«Los viejos rockeros se mueren»

«Los viejos rockeros se mueren»

músico, guitarrista de Stukas

M. F. ANTUÑA

Lunes, 2 de enero 2017, 00:54

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Es historia de la música asturiana. Carlos Martagón (Langreo, 1949), guitarrista de Stukas y compositor de buena parte de sus éxitos, se licenció en Filología Hispánica y Clásicas con los ingresos de tantos y tantos conciertos en aquellos felices ochenta y se jubiló hace unos años como profesor de Secundaria. Su día a día transcurre en Ciaño escuchando y tocando música. Entre acordes no hay jubilación que valga.

Antes de rockero fue seminarista. ¿Cómo fue ese salto de acá a allá?

Pues fue una evolución lógica. Yo siempre fui un faranduleru, crecí en la época de Joselito, de Marisol, pero un buen día entré de monaguillo, gané cuatro perruques y el paso siguiente fue el seminario. Estuve dos años en Covadonga y dos en Oviedo. Y para mí no fue algo negativo, al contrario. La gente tenía una idea errónea, pensaba que en el seminario estábamos rezando todo el día, y no, nos pegaban unas palizas de estudio impresionantes. A mí me sirvió porque me dio una base muy buena de latín y griego que, cuando retomé los estudios, me valió mucho. Pero, claro, cuando llega la adolescencia y empieza a picarte la entrepierna, te das cuenta de que eso no era lo tuyo.

Después de más de 30 años, ya puede «explicar qué es lo que tienen las chicas».

No. Las mujeres siempre sois un misterio para los hombres.

¿Pero cada día le gustan más?

No sé. Sigo soltero. Da igual que me gusten a mí, si yo no les gusto a ellas estamos fastidiados.

Los Excéntricos Oprimidos, el Enano Copulador... Usted sí que sabe poner nombre a una banda de rock.

En la primera ya entré con el nombre puesto y era muy adecuado. Éramos raros, raros. Hacíamos versiones de los Rolling y de aquella eso era muy raro. Y el Enano Copulador y los Espermatozoides Incontrolados suena un poco así, pero tiene referencias literarias y cinematográficas, viene de 'El tambor de hojalata' y de una película de Woody Allen.

Complete la frase: «Los viejos rockeros...»

Se mueren. Aquí no queda nadie, seas rockero, albañil o cirujano plástico.

¿Quién es su rockero inmortal?

Soy poco mitómano. A mí me gustan las canciones, la música, lo que hicieron. Todos son personas y todos tienen virtudes y defectos. Pero no cabe duda de que pertenezco a una generación marcada por muchísimas figuras. Pero son tantos nombres: Beatles, Rolling Stones, Who, Spencer Davis... La explosión creativa de los sesenta fue tan extraordinaria. Y luego están los ochenta... Es que son muchísimos. Escucho de todo. No tengo ni mitos ni prejuicios, hasta tengo una banda que hace boleros y chachachá.

Cita a los Rolling Stones. Mick Jagger, padre después de bisabuelo. ¿Qué me dice?

Cada cual puede hacer su olimpo, pero para mí que un tío de 75 años vaya de gigoló y sexy no lo veo. Y además ye feu pa perru.

Pues yo le veo sexy.

¡Calla, ye to huesos! Y además le diré que a mí me decepcionó el concierto de Gijón. Cuando vendes que eres la mejor banda de rock and roll del mundo no se pueden llevar pregrabados. Los Rolling llevan ya cuarenta años que no hacen nada nuevo. Ya lo dijo Mark Knopfler: «Nadie puede ser eternamente creativo».

¿Cómo le suena Asturias?

Hay dos Asturias. Una asturchale, que están empeñados en que Asturias son ellos y que si te dedicas a la música tienes que cantar en bable o tocar la gaita y están en la 'xata' y 'el tíu Xuan', y hay otra que intenta salir, hay generaciones que se formaron mucho y están en universidades extranjeras. Esta última es la Asturias que a mí me gustaría que predominara. Y prefiero no contarle cómo están las cuencas. Esto quedó desolado y no sé dónde están todos esos millones que gestionaron Principado, sindicatos y ayuntamientos.

'No future', que decían los punkis.

No haz falta que lo digan los punkis, dígotelo yo. Una vez me llamaron facha porque critiqué el papel de los sindicatos y de José Ángel Fernández Villa. Hay una especie de muro de silencio en Pajares y no se habla de la corrupción política y sindical que hubo en Asturias.

Como es filólogo le pregunto: ¿es más de pasado perfecto o siempre de futuro, aunque sea imperfecto?

El futuro será de los jóvenes si se lo saben construir. Las generaciones pasadas no les han dejado nada esperanzador. Se tienen que poner las pilas.

Y aquellos tiempos de los Stukas. ¿Pasado perfecto o imperfecto?

Nunca hay nada perfecto. Pero sí que en el aspecto musical tuvimos suerte. Yo me pagué los estudios tocando por ahí; hoy día, salvo Asia, Dominó y alguno más, pocos viven de la música, y creo que ni siquiera ellos porque también hacen otros trabajos, como dar clases. Es una de las reclamaciones que hago a los ayuntamientos, que cambien las ordenanzas para que se pueda hacer música en directo.

¿Alguna vez se sintió atrapado por el peso de Stukas?

Atrapado, no; halagado, sí. Todavía hace poco me dijo un amigo: «En vuestra época no hubo un LP malo». Me quedé flipado.

¿Cómo se compone un hit como el 'Atrapado'?

Pues con la base de haber escuchado mucha música. No existe la inspiración divina. Cuando presentamos la maqueta con versiones para el disco, Juan Taboada nos dijo que nos pusiéramos a hacer canciones propias. Y eso hicimos. Pero es más trabajo que inspiración.

¿Pero la de vaqueros ajustados existía?

Todas sois las chicas de los pantalones ajustados. ¿Sabe que una vez que me reprocharon unas feministas que la canción era machista? Y al contrario, lo que dice es que el poder lo tienen siempre las mujeres.

¿Qué tal se lleva con Spotify?

Me llevo muy bien. Aunque tengo una buena colección de discos, es mucho más cómodo.

¿El vinilo se muere?

Bufff. Es un soporte. Yo en casa tengo casetes, discos grandes, pequeños, CD. Ya no me cabe más.

Y sigue tocando. ¿Qué será lo próximo?

Si hay suerte, para el verano que viene está prevista una reedición de Pioneros, con Linces, Junior y Surcos. Y tengo un grupo con Tete Bonilla, sigo con Merienda de Negros y luego estoy con Bolepop, la banda que le decía de los boleros.

¿Qué le dice el reguetón?

Es lo que les gusta a las generaciones de ahora. Nosotros bailábamos el twist y ellos el reguetón y encima se arriman. El río corre hacia abajo, lleva su ritmo y no lo puedes parar.

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