
Secciones
Servicios
Destacamos
La noticia de que León XIV fue obispo de la humilde ciudad de Chiclayo, al norte de Perú, ha dado la vuelta al mundo ... en la última semana. Pero para algunas personas, como el doctor gijonés Jesús Barón, esta serendipia ha sido todavía más especial. Dedicado a la cirugía plástica y estética, este médico se confiesa «removido» por saber que ha prestado sus manos y su conocimiento en el hospital que también visitó el hoy Papa.
«Yo estaba en aquella habitación en la que había un armarito pequeñito donde estaba la famosa casulla del obispo. Y resulta que el obispo –Prevost– sí que fue a esta clínica, lo cual quiere decir que era una persona comprometida, porque no era un sitio grande, es un hospital pequeño que está a 10 kilómetros de Chiclayo», cuenta tras haber podido comprobar esta circunstancia de primera mano.
A este médico gijonés le había llevado hasta allí la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética en colaboración con los Hermanos de San Juan de Dios. Con ellos estuvo en dos campañas quirúrgicas humanitarias, las de los años 2000 y 2015. «La cirugía plástica es lo más vistoso, lo más llamativo, siempre estamos en los medios en esos entornos», afirma, «pero la mayoría de cirujanos plásticos, al menos en España, no se dedican a la cirugía estética, sino a la cirugía reconstructiva».
Se trata de una disciplina que surgió para tratar uno de los tipos de pacientes con más dolor: los quemados. Y a partir de ahí, se desarrolló hacia otros tratamientos, como los relacionados con la belleza. Pero la Sociedad Española de Cirugía Plástica «se preocupa de ayudar de manera internacional en sitios donde se puede ejercer una ayuda eficaz» organizando campañas humanitarias para las que se requieren experiencia, conocimientos y, sobre todo, un equipo humano que tienda la mano en lo profesional y en lo personal. «Siendo ya cirujano con años de experiencia, volví bastante tocado», reconoce Barón, a quien en la última campaña acompañó la también cirujana asturiana Lourdes Cosío.
Tan importantes fueron aquellos viajes que, a pesar de que han pasado ya diez años desde el último, recuerda al detalle intervenciones como la reconstrucción de una mano a un joven que no tenía pulgar, «una cirugía que solo había hecho una vez», o la que realizó a un pequeño, a pesar de que se trataba de una cirugía a la que no estaba habituado, tras conocer que su padre había recorrido más de 100 kilómetros caminando para pedirles ayuda. «Lo recuerdo por el cariño de aquel padre hacia su hijo, por lo que fue capaz de hacer por él».
Estos equipos médicos se organizan en campañas de quince días y aquellos que eligen embarcarse en esta misión humanitaria renuncian a la mitad de sus vacaciones. Pero ninguno se arrepiente de hacer este viaje. «Es algo que te transforma», afirma Barón, porque «aunque la ayuda prestada sea como una pequeña gotita dentro del océano, si le solucionas la vida a una persona, ya es importante».
El futuro pasa por dotar a estas poblaciones de capacidad autosuficiente para enfrentarse a las operaciones sin necesitar ayuda externa pero, de momento, «lo ideal es establecer un servicio de cirugía plástica en el cual haya gente nativa y al que cada 15 días vayan cirujanos plásticos procedentes de España».
Una gota de agua en un océano de necesidades que nada tienen que ver con la parte estética de la disciplina y que ahora conecta, para siempre, la mano de este experimentado bisturí gijonés con la famosa casulla del Papa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.