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Wilhelm Leibl, 'The girl with the carnation'.

Los claveles del concejal

Una lectora dejó en evidencia el extraño concurso ideado por un edil dirigido solo a quien él diera una flor. Ella quería participar

Lunes, 15 de mayo 2023, 02:01

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1923. Hace 100 años.

Belleza tras belleza constante, compartieron portada de EL COMERCIO hace hoy un siglo la artista húngara Lucy Doraine y un polémico concurso floral. La primera, por protagonizar '¿Por qué lo mató?', lo último que se proyectaba en el Robledo; lo segundo, por no ser todo lo democrático que debía ser. Al menos, en opinión de una joven lectora a la que el escribiente, 'Asteroides' de seudónimo, definió como «encantadora» sin haberla visto. «Lo hemos adivinado entre las líneas de su carta, escrita con esa elegante letra picuda, signo de distinción», decía. Lo de la Doraine era un «fuerte drama de evocaciones, de sentimentalismos, de venganzas y de ambiciones», y lo de la gijonesa de caligrafía picuda un cabreo en toda regla.

Resultaba que días atrás se había hecho saber que un edil del Ayuntamiento gijonés, Manuel I. González Riera, tenía la idea de organizar un concurso de claveles. Pero en él, al parecer, solo podrían participar las personas que recibieran dicha flor de manos del concejal. Y, entre ellas, no estaban ni Lucy Doraine ni la muchacha de la letra hermosa. «Yo creo que tendrán derecho (a participar en el concurso) todas las personas que los tengan (los claveles) en sus casas, siempre y cuando sean bonitos y estén bien cultivados; pues si nada más que el concurso va a ser para cierto número de personas, me parece que va a resultar muy soso». Además, añadía, «varias amigas mías y esta servidora de usted queremos tomar parte en el mencionado concurso, y como ese señor concejal no nos ha regalado claveles a nosotras, queremos saber su nombre para pedírselos».

Apoyo del periódico

EL COMERCIO, «conforme en absoluto con su manera de pensar», proporcionó al ruego de la lectora, y de todos los posibles concursantes, el nombre del edil, «quien, desde luego, no hay para qué decir que está dispuesto en todo tiempo y momento a complacer a nuestra amable comunicante. La circunstancia de no conocer nosotros la dirección de esta (...) nos mueven a dirigirnos a ella hoy desde esta sección».

Era, decía 'Asteroides', un asunto relativo a los «deberes de galantería». O de transparencia floral.

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