Cuidado al cruzar... y al hablar
Cuando regresaban a su casa tras el trabajo, dos obreros cayeron desde el puente metálico de Aboño, con graves problemas de seguridad
«Se cayó del puente abajo», respondió, acelerado, Manuel Montes a Antonio Fernández de la que pasaba, el primero, por el túnel de Aboño, cargando ... con lo que quedaba de Guillermo Morrogo. 24 años de edad, soltero, peón en las obras del ferrocarril Gijón-Ferrol, Morrogo se había resbalado pasando por el puente metálico de Aboño, «que hay que pasar con no escasas precauciones, dados la poca seguridad y el natural peligro que ofrece al caminante». Así lo dijimos en EL COMERCIO y, conocedor de ello, también Fernández. «Aunque no hubiera pasado nunca por aquí, ¿no sabía el peligro que hay?», juzgó. «¡Debe tenerse precaución!». Se hizo el silencio. No era tiempo de buscar culpables, sino de ayudar. Sobre todo, porque escupir muy arriba puede hacer que uno se tenga que lavar la cocorota después: al salir del túnel, «y al estar en el susodicho puente, el Antonio Fernández resbaló sobre una tabla, cayendo por la pendiente».
Pues ya fueron dos los heridos. Ambos, Morrogo y Fernández, fueron llevados en ambulancia por la asociación 'Paz y Caridad' desde El Musel a la Casa de Socorro. En dos turnos. «Cuando dejaba a este [a Morrogo] en la clínica municipal, tuvo necesidad [la ambulancia] de volver al puerto exterior a por el otro herido».
El primero tenía una probable fractura de la base del cráneo: el pronóstico era grave. El segundo, otorragia y heridas contusas en el labio inferior y la mejilla derecha, además de un lío morrocotudo, porque, al parecer, al ser recibido por el Juzgado de guardia, Fernández no anduvo tan locuaz como lo estuviera en el túnel. «Como el declarante no se explicara con la debida claridad, incurriendo en ligeras contradicciones, el Juzgado temió que el hecho no hubiera sido casual, como se decía, viniendo a ponerle más en duda la agresión que se registró el domingo de noche en Veriña». Ocurría que días antes del accidente había habido reyerta en un chigre de la contorna. Las autoridades mezclaron historias y así se generó el lío. La noticia del incidente salió, por cierto, al ladito mismo de la necrológica de Rosario Acuña. Dos caras bien distintas de la historia.
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