Peregrinación a Lourdes
Una década antes de la canonización de Bernadette Soubirous ya se organizaban viajes de asturianos al pueblo francés
Martes, 9 de mayo 2023, 01:37
1923. Hace 100 años.
Era, quizás por lo reciente, la santa de moda. Hace un siglo, solo 65 años distaban de la supuesta aparición en la gruta de Lourdes de 'Aquerò', el seudónimo con el que Bernadette Soubirous definía lo que la Iglesia Católica identificó como la virgen María. Aunque faltaban aún un par de años para la beatificación de Soubirous, y una década para su canonización, Lourdes era ya en 1923, para todo el mundo, un lugar de peregrinación. Y no era cosa nueva, si atendemos al hecho de que hace cien años andaba EL COMERCIO anunciando la octava peregrinación asturiana al Santuario de Lourdes. Decíamos así: «La Junta organizadora de peregrinaciones al Santuario de Lourdes acordó en sesión del día de ayer anunciar la VIII peregrinación, en las condiciones siguientes». Ojo ahí. La primera: que el viaje, que sería presidido por el Obispo de la diócesis, «si ocupaciones preferentes no lo impiden, saldrá de Oviedo, con el favor de Dios, el martes 26 del próximo mes de junio, de ocho a nueve de la mañana, y llegará a Lourdes el día siguiente, hacia las seis y media de la mañana, en menos de 24 horas». A la vuelta se saldría de Lourdes el primero de julio, que caía en domingo, a las diez y media de la noche, para llegar a Asturias «al día siguiente, al anochecer». ¿Cómo? En ferrocarril, claro. Concretamente, en un tren especial que circularía por la línea de los Ferrocarriles Económicos de Asturias, Santander, Bilbao, San Sebastián «y en tren especial francés».
Era un viaje de fe, pero no para todos los bolsillos. Ir en primera clase costaba -tan solo el tren- 125 pesetas; 90 ir en segunda y 62 en tercera. Lo anunciamos nosotros, pero, en realidad, las inscripciones habrían de hacerse en la administración de 'El Carbayón', que no era periódico rival porque para eso aquí, en Gijón, ya había otros. Era otro diario, pero nosotros nos hicimos eco ora por simpatía a la causa, ora porque realmente fuera esta peregrinación a Lourdes un evento de interés público. Allí, en 'El Carbayón', o en la Librería Religiosa, en el Palacio Episcopal, tocó apuntarse para ver a la virgen... aunque, esta vez, la de bronce nada más.
